11 de enero del año 49 a.c.

El río Rubicón tenía especial importancia en el derecho romano porque a ningún general le estaba permitido cruzarlo con su ejército en armas. A partir de 59 a. C., sirvió de frontera entre las provincias romanas y la Galia Cisalpina, para que así Roma quedara protegida de amenazas militares internas.
El río entró en la historia por ser su cruce el detonante o casus belli de la Segunda Guerra Civil de la República de Roma. Marcaba el límite del poder del gobernador de las Galias y éste no podía —-mas que ilegalmente— adentrarse en Italia con sus tropas. La noche del 11 al 12 de enero de 49 a. C. Julio César se detuvo un instante ante el Rubicón atormentado por las dudas: cruzarlo significaba cometer una ilegalidad, convertirse en enemigo de la República e iniciar la guerra civil.
Julio César dio la orden a sus tropas de cruzar el río, pronunciando en Latín la frase «alea iacta est» (la suerte está echada») según Suetonio. De acuerdo con Plutarco (en sus “Vidas Paralelas”) Julio César citó en griego la frase del dramaturgo ateniense Menandro, uno de sus autores preferidos: «ἀνερρίφθω κύβος / anerriphthô kubos» que significa «¡Que empiece el juego!»).
De este evento proviene la expresión «cruzar el Rubicón» que expresa el hecho de lanzarse irrevocablemente a una empresa de arriesgadas consecuencias.
Política y retóricamente, las dos orillas del Rubicón, separadas por un estrecho caudal muy fácil de cruzar, representan la seguridad de la pertenencia a la tiranía y la peligrosa libertad.
Extraído de Wikipedia

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