Cuando el miércoles día 29 de abril terminamos de montar la exposición de fotografía en la iglesia de Santa María, sentí la enorme satisfacción de haber compartido tiempo, ilusiones y afanes con un pequeño grupo de ilusionados vecinos de Arévalo. Cuando al día siguiente, en la inauguración de la exposición, lucía sus galas la iglesia y sentía la enorme alegría de personas que con sus aportaciones habían contribuido a que tuviésemos fotografías que exponer, mi alegría fue en aumento. Luego, ausente todo el fin de semana, no supe del trajín que ha tenido la iglesia. Pero esta mañana, cuando me han contado del notable éxito de asistencia que durante todo el fin de semana se ha registrado. Cuando me han hablado de la alegría y entusiasmo con los que han recibido la exposición de fotografía tantos visitantes, de Arévalo y de fuera de él. Cuando me han referido los numerosos turistas que han podido apreciar las fotografías y las pinturas románicas. Es cuando he sentido plenamente la alegría