"Los pueblos olvidan los nombres de sus eminentes figuras con gran facilidad. En nuestra tierra, el recuerdo del pasado cuenta poco. ¿Quién sabe o quién pregunta, por ejemplo, en Arévalo por Gómez Tello a pesar de nombrarse una plaza de la ciudad, en sitio céntrico, con su preclaro nombre? El insigne Juan Sedeño, que rotula también una calle del barrio castizo y popular de San Pedro, para los arevalenses de hoy es un desconocido. Y no me refiero sólo a su personalidad literaria. El nombre, precisamente el nombre que titula la calle situada entre Santa María al Picote y Garbanza es adulterado por los vecinos de ellas que en impresos y facturas de los artesanos que habitan en ella escriben calle de Sedeños, como si se tratara de una denominación gremial de tan arraigada tradición española. Las nominaciones gremiales son bella tradición, en efecto, de los callejeros españoles —zapateros, caldereros, trajineros, bordadores, latoneros, cabestreros...— y a tal grupo o sección de la to