Moshé de León
Pocas cosas sabemos de Moshé de León, autor del Zóhar o Libro del esplendor, que es ya un libro clave en la mística judía. Un especialista como Gershom Scholem se dedicó a subrayar de éste su lugar umbilical dentro de las tradiciones místicas judías; pero desde luego que siempre había sido tenido por un texto fundante y fascinante. También para nosotros, naturalmente, porque estos libros se escribieron para el ánima y pasan los siglos sobre ellos sin tocarlos en su frescor. Esperan los siglos que haya que aguardar incluso para revelarse a alguien en toda su belleza. Nunca tuvieron prisa alguna.
Curiosamente, hay en este libro no sólo ideas y sentimientos que son comunes a los dos grandes místicos de su misma tierra —Teresa de Ávila y Juan de la Cruz—, sino también imágenes como la del agua, lo que es lógico, por lo demás, porque escritores místicos son todos: todos hablan de una misma experiencia y las imágenes también están ahí en la realidad para todos; pero adquiere todo un cierto matiz apasionante cuando se saben otras cosas.
Moshé de León vivió entre 1240 y 1305. Escribió en Ávila, anduvo por Guadalajara, y sabemos que visitaba a su madre en Arévalo, donde algunos creen que nació y murió; pero también se dijo que estaba enterrado en Ávila, en el cementerio viejo de los judíos en cuyos terrenos se alzó luego el monasterio de la Encarnación, en el que Teresa ingresó para ser monja, fue de él priora más tarde, y allí llamó a Juan de la Cruz como confesor. Estas coincidencias son, ciertamente, fascinantes y escriben la más fabulosa geografía del mundo con moradas muy secretas y castillos en el aire, y agua de manantial o «anoria».
Don José Jiménez Lozano
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