CyL: LID, ZEPA, y otros acrónimos

La absurda nomenclatura que utilizan los poderes públicos es, en realidad, un escudo contra la razón de los ciudadanos. Es una fórmula razonada y no razonable, para que no nos enteremos de aquello que, ¡gracias, señores políticos!, no debe preocuparnos. Así se inventan una relación inacabable de acrónimos que el ciudadano va interiorizando y, la mayor de las veces, admitiendo sin ningún tipo de posibilidad de discutir. Se trata, en suma, de alejar el conocimiento de la política del actor principal -el ciudadano- en beneficio del actor secundario -el político profesional-. Se trata de sustituir la voluntad popular por una suerte de cesión de ésta en beneficio (espúrio, off course) de quienes pueden retorcer la voluntad cedida a su interés personal e indelegable.

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