UN VIAJE AL SEXMO DE SINLABAJOS
El antiguo sexmo de Sinlabajos estaba formado por: Despoblado El Campo, Lugar Don Vidas, Lugar Muriel, Lugar Las Honcaladas, Lugar Honquilana, Lugar Las Olmedillas, Lugar Palacios de Goda, Despoblado El Pozo, Lugar Sinlabajos, Lugar San Pablo de la Moraleja, Lugar San Esteban, Lugar San Salvador, Lugar San Llorente, Lugar Tornadizos de Arévalo, Lugar Serranos; y su nombre en origen era “siete labajos” pues éste era el número de labajos que rodeaban la población primitiva. Con estos antecedentes y en la mañana más fría de todo el invierno, nos dimos cita en la plaza del Arrabal, en Arévalo; nuestro destino era visitar este viejo sexmo de Sinlabajos, en concreto tres lugares: Sinlabajos, Muriel y Donvidas.
Decididamente no somos muy normales. Porque madrugar un frío domingo de febrero para visitar iglesias en las que entran unos pocos feligreses una vez a la semana, no es lo más frecuente en estos tiempos que corren. Pero la propuesta resultaba atrayente pues, además en Sinlabajos, nos esperaba un buen amigo y mejor persona.
Nada más llegar a la iglesia de san Pelayo, mártir, en Sinlabajos, nos refugiamos en su interior. El templo más frío que en mi vida he conocido, resultó un lugar cálido y acogedor, tal era la mañana en la llanura. José Antonio nos estaba esperando para enseñarnos con enorme cariño la iglesia de su pueblo. Orgulloso y cercano, nos fue desgranando los secretos de todos y cada uno de los retablos, imágenes y objetos que pueblan esta iglesia. Conoce cada cosa que hay en ella, porque ama a su pueblo y trabaja, incansable, por mejorar cada aspecto de esta localidad que según los datos oficiales tiene 147 vecinos. Si cada pueblo de nuestra comarca tuviera al menos un joven parecido a José Antonio, porque iguales no les hacen, tendríamos garantizado el mejor de los porvenires. Además de conocer las tradiciones de su pueblo, investiga su pasado, ayuda en misa; montó una biblioteca, un grupo de teatro, una asociación cultural; organiza la semana cultural de mayor nivel de toda la comarca, ayuda a los ediles, colabora con los jóvenes, las amas de casa, los jubilados; empuja y tira de Sinlabajos.
No penséis que trato de venderos a este joven mozo, maestro de escuela sin escuela todavía, es simplemente que me siento tan afortunado de contarme entre sus amigos que quiero compartirlo con todos aquellos que presten oídos a mis palabras. Me honra con su amistad y me muestra el ejemplo a imitar de dedicación y entrega por la tierra donde hemos nacido, sin aldeanismos, con una mente abierta e innovadora.
Nos cuenta durante la visita a la iglesia de san Pelayo, mártir, el origen del pelo natural del Nazareno, que reposa hasta la Semana Santa en un retablo a la izquierda del altar, donación de una vecina de Sinlabajos de singular y tupida cabellera. Veo a mi alrededor a unos cuantos, que como yo andan justos de cabello, mirar con envidia al Nazareno, al tiempo que ponen cara de mendicantes pilosos y elevan una súplica de más donaciones capilares. Reparo entonces en mister Chisp, cuyo parecido con el Nazareno resulta asombroso, salvo por la cabellera. ¡Qué buen Nazareno haría en Semana Santa!
Cuenta también nuestro cicerone, el bochinche que la última festividad de san Pelayo, mártir, se montó en el pueblo; pues al coincidir con el Corpus Christi y según la superior sabiduría del obispado de Ávila no podría celebrarse la tradicional procesión en honor del santo patrón de la localidad; tras muchas discusiones, retos y comparaciones, pues en Muriel, a 8 kilómetros pero en otro obispado, el de Valladolid, sí se haría. Cosas de la iglesia. Al final hubo acuerdo y el litigio se solucionó con dos misas y un padrenuestro.
Porta José Antonio el pendón de san Pelayo, mártir, en procesiones y actos oficiales, desmintiendo de esta manera la leyenda que el viejo alcalde de Sinlabajos, Goyo, contaba; según la cual, era el más bruto del pueblo el encargado de portar la enseña.
Nos desplazamos hasta Muriel, casi 180 vecinos, a visitar su magnífica iglesia mudéjar de Ntra. Sra. de la Asunción, antes Ntra. Sra. del Castillo, la cual por cierto, se halla perfectamente señalizada por carteles informativos, cosa de agradecer. Nos reciben Abel, teniente de alcalde, y Montse, que nos acompañan en la visita al tiempo que ofrecen sus explicaciones y nos aclaran cuantas dudas nos surgen. Esta iglesia tiene uno de los artesonados más impresionantes de la comarca, y su altar es de una belleza equilibrada, serena y netamente mudéjar. Sin duda una de las mejores restauraciones realizadas y no como esas otras que a veces se perpetran. No pueden dejar de visitar esta iglesia, que además de bella en el interior, resulta espléndida en su exterior, ubicada en una amplia plaza y con la particularidad de contar con una torre retirada de la iglesia, exenta dicen los que de ello entienden. Es esta singularidad algo especialmente reseñable, al tiempo que nos permite comprender hasta el punto en el que el carácter militar y religioso han sido compartidos a lo largo de la historia por muchas edificaciones.
Terminada la visita a Muriel regresamos a Sinlabajos, donde José Antonio nos esperaba en el Centro Juvenil -copia Arévalo, copia- con un chocolate calentito y bizcochos de soletilla. Grave dilema moral se me planteó, pues estar en Sinlabajos y no tomar chocolate es grave pecado, pero como bien sabéis mi religión no me permite tomar este alimento de dioses. Pero se trataba de una ocasión especial: estaba en Sinlabajos y me lo ofrecía un amigo. Así que he de reconocer que pequé, y bastante, pues fueron más de dos los bizcochos con los que acompañé un delicioso y reparador chocolate. Acato pues la penitencia que me sea impuesta con agrado, porque el chocolate caliente y la amabilidad de nuestro anfitrión nos reconfortó enormemente. Agradecimos tan entrañable hospitalidad al tiempo que nos despedíamos de Sinlabajos y de José Antonio, hasta el día de las Angustias, que vendrá con su grupo de teatro a echar una comedia en Arévalo.
Al llegar a Donvidas, 44 vecinos oficiales, pero apenas unos 20 en invierno según nos comentó su alcalde, Víctor, que salió a recibirnos y nos acompañó en la visita. En un periquete habíamos duplicado la población de este municipio. En otros tiempos, en lugar de haber ido de visita podríamos haberles conquistado casi sin esfuerzo, pues la mayor parte de los que viven allí durante el invierno son mayores de 65 años. Allí nos esperaba una agradable sorpresa en su iglesia de san Juan Bautista. Dentro de la interiormente deteriorada iglesia, con un ábside en aparente buen estado y de estilo mudéjar con arcos ciegos de traza elegante, esbelta y de gran altura; en su interior digo, retablos e imágenes, púlpito, confesionario, escaños y pila bautismal. Pero al mismo tiempo una angustia. ¿Cuánto quedará de ello dentro de unos años? ¿Se mantendrá la iglesia en pie? La solución que se me ocurre es que autoridades civiles y religiosas se sienten a hablar, estudien caso por caso y tomen decisiones que preserven el patrimonio antes de que desaparezca. Contemplando, por qué no, la ubicación de sedes comarcales que acojan las piezas que se encuentren en verdadero peligro de desaparición, y que expliquen, juntos, a los vecinos de cada municipio afectado lo que se va a hacer con su patrimonio.
Con cierto regusto amargo por no poder dar respuesta a mis inquietudes, regresamos a Arévalo; no sin antes hacernos una foto de grupo que mister Chisp se encarga de realizar y que acompaña estas letras. Hemos pasado una mañana espléndida, ya no sentimos frío pese a hacerlo, y mucho; pero una vez más, y sin pretenderlo, hemos demostrado que somos “rara avis”. Nos recorremos la comarca conociendo sus pueblos, lo que atesoran, ahora que casi no va quedando gente en ellos. No llegan a 400 vecinos, tirando por lo alto, los que viven en los tres que esta mañana hemos visitado, con un porcentaje altísimo de vecinos mayores de 65 años. Nos reciben con los brazos abiertos y en la mayoría de los casos sus máximas autoridades; nos hacen sentir como en la película de Berlanga “Bienvenido Mister Marshall”, con la diferencia de que nosotros no queremos pasar de largo.
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Acaba de entrar usted, por méritos propios, en el Club de Fotógrafos Aficionados de la Tierra de Arévalo y Moraña, más conocido como "CFATAM".