Patrimonio y desarrollo territorial
Ermita de Santa Eulalia, en Barrio de Santa María (Palencia) |
En la actualidad entendemos el Patrimonio como referente identitario de los pueblos, pero también somos conscientes de su potencial valor como recurso de desarrollo cultural y económico. Ésta nueva percepción se aleja bastante de planteamientos anteriores, que veían en el Patrimonio una pesada carga y un gasto inabarcable.
Sin duda, uno de los indicadores de desarrollo social de una nación es cómo mantiene su Patrimonio. Cuanta más demanda social haya sobre el pasado o la historia, más recursos y mejores políticas dedicará la administración a salvaguardar sus principales hitos culturales. Los distintos países europeos son buen ejemplo de ello, y prueban las posibilidades de desarrollo económico y laboral que puede generar el Patrimonio.
Ahora bien, parece interesante plantearse cómo ha pasado el Patrimonio Histórico, en un espacio de tiempo relativamente corto, a suponer un importante recurso y no una carga insoportable.
Para responder correctamente a esta cuestión podemos establecer una analogía entre el Patrimonio y cualquier materia prima. En este sentido, el Patrimonio posee muy buenas cualidades, por ejemplo, es imposible de “deslocalizar”, lo que siempre es ventajoso para los territorios donde se encuentra. Sin embargo, requiere de una continua inversión. Como sucede con otras materias primas, para que adquiera un valor añadido es necesaria una manufacturación. Es decir, para que los bienes culturales adquieran el grado de recurso deben ser sometidos previamente a un proceso de transformación. ¿Cómo se transforma un bien cultural? En pocas palabras, podemos decir que el proceso pasa por la realización de estudios encaminados a su tratamiento, difusión y protección. Pasos obligados para su correcta gestión y aprovechamiento en pro del desarrollo.
(...más en Fundación Santa María la Real)
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