EDUCAR EN VALORES
El viernes estuve en una de las conferencias que, sobre educación, la asociación La Alhóndiga nos están regalando en estos momentos, con la colaboración desinteresada e inestimable de varios profesionales de la enseñanza; que, a propósito, una de las cosas que me están demostrando es que les interesa la educación y no si trabajan dos horas más o menos.
Bien, la conferencia trataba sobre la participación de las familias en el proceso educativo y para mí no tuvo desperdicio. Como dijo una de los ponentes, lo importante es que después de más de dos horas, todavía nos quedaban muchas cosas por añadir, lo que quiere decir que el tema nos interesa y nos lleva a la reflexión. No importa si tenemos hijos en esa edad escolar o no, porque los que se están educando, como dijo otros de los ponentes, son el futuro, en manos de los que estaremos no tardando mucho.
Al repasar todo lo que suscitó esta charla, hubo algo que me hubiera gustado añadir. Uno de los temas que surgió, fue la función del maestro como instructor o formador. Yo considero que ya casi nadie creerá eso de que el maestro pueda ser un mero instructor y lo digo por varias razones, todas ellas de alguna manera se dijeron ayer. Los seres humanos somos seres sociales y el niño se socializa primero en el seno familiar, segundo en la escuela y tercero en su entorno y además por este orden.
No concibo que, en general, un padre piense que un maestro se está entrometiendo en su terreno; por supuesto que habrá casos puntuales en los que el maestro se extralimite, como pasa en todas las facetas de la vida, siempre hay personas que no tenían que estar donde están. Pero, en general, el maestro es guía, dota al alumno de unas herramientas para que sea capaz de adquirir unas capacidades que le van a ayudar a conseguir una autonomía; a conocer su entorno natural, familiar y social; a desarrollar sus habilidades comunicativas en diferentes lenguajes y formas de expresión; a desarrollar sus capacidades lógico-matemáticas y aunque todo esto es esencial, no resulta suficiente.
Cuando un niño está en el patio jugando al fútbol e insulta o es insultado por su compañero, no se puede esperar a que el niño llegue a su casa para que les expliquen que eso no está bien; es en ese momento cuando la persona que está con ellos, si quieren llamémosle “educador”, tiene que hacerle entender que la violencia, sea del tipo que sea, no es un camino adecuado y que no podemos hacer a los demás lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros y, en ese momento, los maestros tienen que educar “para la paz”, que, para mí, es un valor universalmente establecido.
Hay niños, que en algún momento, se han sentido apartados, discriminados por sus compañeros y, ¿qué pueden hacer los profesionales de la enseñanza? decir: deja que eso es cosa de los padres, no nos metamos en su terreno; pues no, en ese momento por todos los medios, hay que hablarles a los alumnos de igualdad, de que existen diferentes culturas, de que no todos somos iguales (le pese a quien le pese), pero que todos tenemos los mismos derechos y derecho a tener las mismas oportunidades y hablarles del respeto a las “diferencias individuales” de las personas. Estoy segura que todos coincidiremos en que el respeto es otro valor universalmente establecido.
Son los maestros, los que van a desarrollar en el alumno actitudes de confianza en sí mismo, cuando algo no le sale como él quisiera y desarrollar una actitud crítica ante las cosas que se le ofrecen. En definitiva, no pueden ni deben limitarse a ser meros transmisores del conocimiento. El maestro debe contribuir al desarrollo integral del niño y niña, es decir, su desarrollo físico, intelectual, afectivo y social.
Creo en la participación activa de las familias en el proceso de enseñanza-aprendizaje y, si pensamos en los niños, estoy segura que sabremos llegar a un punto de convergencia, donde familias y colegios trabajemos a la par por la educación de los niños.
Para terminar, quiero felicitar a todas las personas que de forma directa o indirecta están haciendo posibles estas jornadas sobre educación. Un granito de arena en una ingente tarea, pero que me hace sonreír y pensar que todavía hay esperanza.
M. C. Montañez
Comentarios
Desde luego este tema dá para mucha opinión y muuuuucho debate.
Me gustaría, que estas charlas continuaran, quizas con otro formato... con un moderador, gente preparada que opine, sin límite de tiempo (ya sé que es dificil), y sobre todo con muchissssssima más participación por parte de "Los Padres y Madres", que puedan aportar sus puntos de vista sin ningún tipo cortapisa.
Todo se andara....creo que vamos por buen camino.