La tormentosa relación de menosprecio entre España y su patrimonio histórico
La tormentosa relación de menosprecio cultural, científico, técnico y geotécnico entre España y su patrimonio histórico
Tierra y Tecnología nº 42 | Texto | Antonio Aretxabala, geólogo | España es el tercer país del mundo que peor cuida su patrimonio. ¿Regalamos un libro de Historia a nuestros arrogantes dirigentes? En este artículo se denuncia cómo algunos terrenos y monumentos han reaccionado ante la enérgica perturbación que supone para su existencia la ejecución de una fase de quinientas viviendas alrededor, la nueva acometida de aguas de una población entera en semanas o meses, o la creación de un mundo de galerías, compactaciones y servicios a su alrededor o una pavimentación con subbase granular compactada al 100% del Próctor y otras barbaridades heredadas de la ingeniería civil y aplicadas donde no se debe. Mientras estos despropósitos se siguen realizando, los arquitectos municipales, de fundaciones o de las comunidades autónomas responsables, desconocen estas interacciones ruinosas.
No es por su bien, es por el nuestro. Un país sin memoria está condenado a repetir la historia. Vivir sobre el suelo que sustenta la segunda mayor riqueza natural, arquitectónica, cultural, artística…, del mundo, parece ya un milagro. Somos el país del “urbanismo bulldozer”. Aplicar inadecuadamente las técnicas energéticas y agresivas del siglo XXI para “adecuar” y “reorientar” a esos tesoros del siglo X, XII o XX ha supuesto, en ocasiones, un carísimo destrozo.
Después de la desamortización de Mendizábal, el saqueo de las tropas de Napoleón, nuestras rabiosas guerras carlistas, el ataque a los monumentos y tesoros destinados al culto antes de la guerra, joyas y obras de arte religioso ardieron por contener alguna imagen sagrada; la propia guerra civil arrasó, una dictadura que usó los conventos e iglesias como campos de concentración y como cuadras (figura 1). Pantanos que han engullido verdaderas joyas de la historia… España ¿qué has hecho? Entramos en la CE en 1986, ha pasado más de un cuarto de siglo, muchos años sin que casi nadie haya vuelto su mirada a esos tesoros olvidados, abandonados, saqueados, víctimas del gamberrismo, pillaje, con grafiti inadecuados… (figura 2), pero lo peor de todo: maltratados. Van más de doscientos años perdidos. La mirada atónita del extranjero con un mínimo de cultura que nos visita no sale de su estupor. Sabe mejor que nosotros que ahí está nuestro futuro. La modernidad no ha solucionado mucho esta catástrofe nacional, cuando nos hemos puesto el mundo por montera y hemos decidido ponernos ¡manos a la obra!, hubiese sido casi mejor habernos quedado quietecitos…
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