Los mozos de Monleón

Los mozos de Monleón
se fueron a arar temprano,
alsa y olé,
se fueron a arar temprano,
para ir a la corrida,
y remudar con despacio,
alsa y olé,
y remudar con despacio.
Al hijo de la veñuda,
el menudo no le han dado,
al toro tengo que ir,
aunque lo busque prestado.
Permita Dios si lo encuentras,
que te traigan en un carro,
las albarcas y el sombrero
de los siniestros colgando.
Se cogen los garrochones,
marchan las navas abajo,
preguntando por el toro,
y el toro ya está encerrado.
En el medio del camino,
al Vaquero preguntaron,
qué tiempo tiene el toro,
el toro tiene ocho años.
Muchachos no entréis a él,
mirar que el toro es muy malo,
que la leche que mamó,
se la di yo por mi mano.
Se presentan en la plaza
cuatro mozos muy gallardos,
Manuel Sánchez llamó al toro
nunca le hubiera llamado,
por el pico de una albarca
toda la plaza arrastrado;
cuando el toro lo dejó,
ya lo ha dejado muy malo.
Compañeros, yo me muero,
amigos, yo estoy muy malo,
tres pañuelos tengo dentro,
y este que meto, son cuatro.
Que llamen al confesor,
para que vaya a auxiliarlo.
No se pudo confesar,
porque estaba ya expirando.
Al rico de Monleón
le piden los bües y el carro,
pa llevar a Manuel Sánchez,
que el torito le ha matado.
A la puerta la veñuda
arrecularon el carro;
aquí tenéis vuestro hijo
como lo habéis mandado.
Al ver a su hijo así,
para tras se ha desmayado.
A eso de los nueve meses
salió su madre bramando,
los vaqueriles arriba,
los vaqueriles abajo,
preguntando por el toro:
el toro ya está enterrado.
                          
                          (Versión de Dámaso Ledesma)
                          (Revista de folclore de Fundación Jiménez Díaz)

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