Las canciones populares
He observado estas
noches pasadas, en que la multitud ha cantado públicamente, por calles y
plazuelas, exteriorizando el júbilo que sentía, la ausencia absoluta de
canciones típicas que, en otras regiones, constituyen algo racial y característico
de su personalidad.
En otras épocas, aún no
remotas, hubo en Arévalo bellas canciones en las cuales, como creadas por el
pueblo, palpitaba el alma popular y eran el crisol donde se fundían los
sentires y los lamentos de los enamorados, la ironía picante del pueblo,
siempre tan aguda y certera, siendo también el portavoz de las legendarias
hazañas de un imaginario caballero o de las desdichas de una joven abandonada
por su enamorado galán.
Todo esto se perdió; hoy
no se oyen más que gritos confusos e inarmónicos, más propios de irracionales
que de personas. Las causas pudieran ser: el alcoholismo y la influencia sobre
nuestra juventud de elementos de otras regiones que imponen sus costumbres.
El maestro Guerrero en
«El huésped del Sevillano» se ha inspirado en una de nuestras canciones, la que
empieza «Esta noche ha llovido, mañana hay barro…» para componer un número que,
en la obra figura con la misma música, aunque con letra distinta.
Extraña paradoja esta de
nuestra raza que se da, no solo en este aspecto, sino en otros muchos, la de
que sean los extranjeros, salvo honrosas excepciones como esta del maestro
Guerrero, los que se preocupen de revivir nuestras grandezas pretéritas,
mientras los demás, con ignorancia inconsciente, laboramos por sepultarlas.
Jenaro Macías.
La Llanura/enero de 1927.
La Llanura/enero de 1927.
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