Mercaderes
Fuimos
mercaderes extranjeros
con lo propio.
Vendimos el predio,
la casa de
airosas arcadas,
el ladrillo
quejumbroso, la yedra
de los patios
recogidos
cortamos con
descuidos seculares.
De los
pórticos logramos corraleras
anegadas en
limo. Derribamos
las fachadas
que alertaban el sol
de las mañanas
de fiestas... Mercaderes
de palmeras de granito, rotondas
erizadas de
rosas y susurros.
Aún lloran las
fuentes su destierro
por el cauce
ciego, la fragua
acalló su
fuego y los telares
ardieron en el
rayo de la luna:
sin muela los
molinos, sin vino
las tinajas
pudren sus paredes;
los granos
vacíos rebosan las paneras
con secos
estertores de duelo.
Mercaderes
hemos sido. Mercaderes
de las liras
de antaño. Duermen
los versos
arias en las puertas,
con hechizo
talar hablan los rincones.
Mercaderes
hemos sido de llanuras
inermes, de
tesoros ocultos:
desterramos
las colinas a los valles
y llenamos de
ruinas los poblados
hasta arriar
el gozo de sus frentes.
Hemos sido
mercaderes de una herencia
recibida, como
ajena malgastada.
Mercaderes.
Hemos sido mercaderes...
Mercaderes
extranjeros con lo propio.
Francisco Javier Rodríguez Pérez
Fotografía: David Pascual Carpizo
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