Poetas de Arévalo y su Tierra
Debéis saber que este pasado fin de semana, Arévalo ha tenido dos
acontecimientos poéticos. El primero el pasado viernes, 8 de junio. Bajo el
título sugerente de Poemario o Poema Río si hacemos caso al juego de palabras
que mostraba el cartel anunciador. Organizado por Cruz Roja se reunieron, por
segundo año consecutivo, diversos poetas de Arévalo y de la Moraña para recitar
sus más bellos versos sobre los ríos, las fuentes, el agua. Magnífico acto. De
allí, a instancias de uno de los participantes, Genaro Manzano, que convocó al
resto, surgió un nuevo acto poético para el domingo 10 de junio en la capilla
de la residencia de Ancianos San Miguel Arcángel, en el que casi todos los
participantes en el primero repitieron actuación, con gran satisfacción
del público asistente.
De estas jornadas poéticas nos ha surgido la idea de hablar hoy de los poetas de la Tierra de Arévalo y Moraña.
De estas jornadas poéticas nos ha surgido la idea de hablar hoy de los poetas de la Tierra de Arévalo y Moraña.
Citar primero, aunque solo sea de forma somera, al poeta por excelencia, a
Juan de Yepes, san Juan de la Cruz, fontivereño, morañego. Merece por si mismo
una lección de historia y por eso dejamos su vida y su obra para mejor ocasión,
no sin recordar alguno de sus versos:
Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.
Otro grandísimo poeta que, aun no habiendo nacido aquí,
vivió, los últimos años de su vida, y murió en el convento extramuros de
Madrigal, Fray Luis de León, merece ser recordado en esta lista y merece, de
igual forma, que leamos algunos de sus más bellos versos:
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el
fruto cierto.
De algunos otros ya hemos hablado en otras ocasiones.
Recordad a Eulogio Florentino Sanz, nacido en Arévalo, padre del romanticismo,
y mentor poético de Rosalía de Castro y de Gustavo Adolfo Becquer. También
hemos hablado en otra ocasión del recién fallecido Jacinto Herrero.
Entre los menos recordados, Mamerto Pérez Serrano, alumno,
en Salamanca, de Miguel de Unamuno y
del que escribió lo que sigue: «Llegó acá, hace ya algunos
años, cuando empezaba yo mi magisterio universitario, un muchacho de Arévalo,
Mamerto Pérez Serrano -no quiero callar su nombre- que venía a estudiar Filosofía
y Letras. Era muy vivo y muy despierto el mozo, pero muy pobre. Pretendió una
beca y no la consiguió. Tuvo que seguir su carrera con no pequeños apuros. Era
en mi clase el más adelantado y el que más progresos hacía, y, sin embargo, no
me cabía duda alguna de que apenas estudiaba fuera de ella. Todo lo tomaba al
oído, y había que verle oír. Verle, digo, porque oía hasta con los ojos.».
Tampoco es muy conocido hoy, su hermano,
Félix Pérez Serrano, inspirado poeta e irónico escritor, a decir de Marolo Perotas.
Fue director del Despertar Castellano y autor de un boceto dramático, en prosa y
verso, titulado «Redimidos por amor» y publicado por La Comedia Moderna.
Los redactores
del semanario La Llanura, de los años 1926 a 1929, hicieron, muchos de ellos, sus
pinitos poéticos. Lope Martín Mera, Rafael M. Bárcena, el mismo Julio Escolar,
del que ya hemos hablado hace algunas semanas. Destaca, de entre ellos, tanto
en nuestra vieja Llanura como en el mensual “Cultura”, Marolo Perotas,
sus coplas dedicadas tanto a los más típicos rincones arevalenses como a los
personajes que formaban parte de la rica actividad literaria y poética del
Arévalo de los años 20 y 30 del siglo pasado, han quedado en el imaginario
colectivo arevalense.
Nicasio Hernández Luquero, nuestro poeta por excelencia, mereció en su
momento una lección completa y aún podríamos dedicarle alguna más.
Leandro Devesa, Manuel Serrano Castelló, García Cubo, Isaías Fernández
Sánchez o el inolvidable Mariano Gil, llenaron con sus poesías las páginas del
mensual Arévalo. Incluso el que fue durante muchos años su director, el mismo
Emilio Romero, puso sus notas poéticas en dicho periódico, sorprendiendo a
propios y extraños su buena disposición para escribir en verso.
Recuerdo especial debemos a Miguel González, uno de los más sensibles
poetas que ha dado nuestra tierra. Portador de una lírica sencilla y callada y
del que dijo Hernández Luquero «poeta
puro, amigo excelente, corazón sin sombras…»
No vamos a olvidarnos tampoco de don Constantino
de Lucas, el conocido como “El Cura de Machín”. En su obra “Morañegas”, recoge
una gran variedad de poemas que nos llevan en viaje poético por muchos de los
pueblos y caminos de nuestra comarca. Algunos de sus ávidos lectores consideran
que merece ser llamado “El Cantor de la Moraña”.
Y qué decir de Luis López Prieto, aquel director
de las Escuelas Graduadas, que aunque nacido en Piedrahíta, podemos
considerarle como una arraigado arevalense.
Tenía una enorme facilidad para versificar además de una muy correcta
técnica de la armonía y de la métrica poética.
Y en los últimos años ese grupo de “Poetas Arevalenses
y Morañegos”, así se hacen llamar, que nos deleitan a menudo con sus versos y
que han recorrido los pueblos de nuestra comarca, llevando su poesía a muchos
rincones: Alejandro Martín Hernández, María Patrocinio, Elías González Moreno, Victorio
Canales, María Jesús Eleta Salazar, Segundo Bragado Jiménez, Genaro Manzano
Romo, Esteban Monjas, Isa Mari Coll Dávila, Charo Alonso Martín, María José
Llorente, Germán R. Rubio, Maite Jiménez Díez o Javier Sánchez Sánchez.
Comentarios
Salud.