El yelmo de Don Quijote


Mi amado y querido Señor Don Quijote, ya sé donde dejó vuestra merced olvidado el yelmo. El pasado sábado, visitando los aposentos de su encantadora Señora Dulcinea del Toboso, pude verlo, en la antesala del dormitorio de su doncella colgado de un clavo cubierto de herrumbre.
Por lo tanto, ruego a mi Amo y Señor Don Quijote que, según dice la canción:

San Isidro labrador
pajaro que nunca anida
no le pegues al chiquillo
que ya apareció el yelmo.

Un abrazote de tu fiel escudero, Sancho.

Imágenes del Yelmo y del dormitorio de su amada Dulcinea. (Chuchi Prieto)

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