El pueblo de Montuenga a lo largo de toda su historia ha estado vinculado a la Villa de Arévalo y su Tierra, aunque tras la división provincial del año 1833 pase a depender de la provincia de Segovia y, desde el año 1955, su parroquia se integre en la diócesis de Segovia. Formó parte desde la Edad Media del tercio de la Vega y del sexmo de Orbita. En Montuenga se reunían los procuradores de las distintas aldeas de este sexmo (Gutierre Muñoz, Orbita, Espinosa, Montuenga, Codorniz y Aldeanueva del Codonal).
El nombre de Montuenga se debe a dos circunstancias, una de índole natural y otra de índole histórica. La primera consiste en que el pueblo se construye sobre un altozano (Mont). La segunda en que muy posiblemente sus fundadores, allá por el siglo XII, procedan de otro pueblo, situado más al norte de Castilla, pues este nombre se encuentra en sendos pueblos de Soria y Burgos. Esta costumbre de llamar al pueblo de los repobladores conforme al lugar de donde ellos proceden, ha sido frecuente a lo largo de la Historia.
A mediados del siglo XIII Montuenga tiene 120 habitantes, mientras que su despoblado de Navalperal del Campo contaba con 160. A finales del siglo XVI, Montuenga tiene 100 habitantes y Navalperal 415 (por entonces Navalperal era mucho más importante y tenemos noticias de la existencia de un convento). A mediados del siglo XVIII Montuenga tiene 260 y Navalperal del Campo ya había desaparecido, agregándose su término al de este pueblo. En los últimos 90 años de su historia ha sido uno de los pueblos más adelantados de la comarca en cuanto al éxodo migratorio. Ya en los años 20 del pasado siglo algunos de sus habitantes cruzaban el Atlántico para “hacer las Américas”. En los años 40 y 50, cuando a los demás pueblos no había llegado todavía la fiebre migratoria, ya en Montuenga se emigraba a Madrid, más que a trabajar en el sector industrial, en el sector servicios como porteros o camareros. Hoy en día tiene censados 130 habitantes, aunque muchos descendientes de aquellos emigrantes han elegido Montuenga como su segunda residencia.
Cuando pasamos por este pueblo conviene hacer un alto en el camino, subir hasta el emplazamiento de su iglesia y de su viejo cementerio para contemplar desde este balcón, en un día claro, el magnífico paisaje de la tierra morañega, los contrastes cromáticos de sus pinares y de sus tierras de cultivo, las cuencas fluviales del Voltoya, del Adaja, del Arevalillo y hasta del río Zapardiel. Como fondo, por el SO la sierra de Ávila y por el SE las sierras de Madrid y Segovia.
La Iglesia de Montuenga es uno de los más bellos ejemplares del estilo mudéjar de nuestra Tierra. Su hermoso ábside con arquerías de elegantes proporciones nos recuerda a la iglesia de la Lugareja, como también en su interior el bello cimborrio que se eleva sobre pechinas, y transforma el espacio cuadrado del crucero en una bóveda semiesférica.
Al despoblarse a finales del siglo XVII el antiguo pueblo de Navalperal, sus tierras se agregan al pueblo de Montuenga, ya que desde el punto de vista de jurisdicción civil, es Tierra de Arévalo, pero los bienes y el patrimonio eclesiástico pasan a la parroquia de Martín Muñoz de las Posadas, pues eclesiásticamente la parroquia de Navalperal es aneja a la de Martín Muñoz. Parece ser que en Navalperal se encontraba un cuadro del Greco, “El Calvario”, y tras su desaparición se llevó a la iglesia de Martín Muñoz, donde se conserva actualmente.
La fiesta del 24 de Agosto, el día de San Bartolomé, ha sido tradicionalmente un foco de atracción para los habitantes del contorno. Fiesta tradicional de finales del verano, fiesta de acción de gracias por coincidir con el final de la recolección de la última cosecha, día en que desde tiempo inmemorial se solían pagar en especie los censos o rentas anuales: ”a pagar por el día de San Bartolomé de agosto veinte fanegas de trigo limpio, seco e bien medido”, conforme rezan algunos escritos ya desde el siglo XVI.
Ángel Ramón GONZÁLEZ GONZÁLEZ
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