Hoy es el Día del Libro
— Pero… ¿qué haces tú por aquí?
Y él respondió entonces, suavemente, como algo muy
importante: —¡Por favor… píntame un cordero!
Cuando el misterio es demasiado
impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera,
a mil millas de distancia de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué
de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había
estudiado especialmente geografía, historia, cálculo y gramática y le dije al
muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabía dibujar.
—¡No importa —me
respondió—, píntame un cordero!
Como nunca había dibujado un cordero, rehice
para él uno de los dos únicos dibujos que yo era capaz de realizar: el de la
serpiente boa cerrada. Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito: —
¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy
peligrosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño.
Necesito un cordero. Píntame un cordero. Dibujé un cordero.
Lo miró atentamente
y dijo: —¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.
Volví a dibujar.
Mi amigo sonrió dulcemente, con
indulgencia.
—¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos…
Rehice
nuevamente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores.
—Este es
demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo. Falto ya de paciencia
y deseoso de comenzar a desmontar el motor, garrapateé rápidamente este dibujo,
se lo enseñé, y le agregué:
—Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. Con
gran sorpresa mía el rostro de mi joven juez se iluminó:
—¡Así es como yo lo
quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?
—¿Por qué?
—Porque en mi tierra es todo tan pequeño… Se inclinó hacia el dibujo y exclamó:
—¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido…
Y así fue como conocí al principito.
ANTOINE DE SAINT - EXUPÉRY
EL PRINCIPITO
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