Miguel Hernández

Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
(Miguel Hernández)

En la provincia de Alicante, en Orihuela, nació Miguel Hernández el 30 de octubre de 1910. De familia humilde, tiene que dejar pronto la escuela y trabajar de zagal junto a su hermano Vicente atendiendo un pequeño hato de cabras.

Alterna el contacto directo con la Naturaleza con una enorme afición a la lectura y comienza a escribir sus primeros versos. San Juan de la Cruz, Gabriel Miró, Virgilio, Garcilaso, Góngora, Quevedo, las obras de estos autores van a dejar su impronta en el joven Miguel.

Más tarde conoce a Ramón y Gabriel Sijé y a los hermanos Fenoll, cuya panadería se convierte en tertulia del pequeño grupo de aficionados a las letras. Es en la tertulia literaria en Orihuela, donde establece con “Ramón Sijé” una gran amistad y a quien Hernández dedicó su célebre “Elegía”.

«En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería».

En 1931 viajó a Madrid donde Francisco Martínez Corbalán le pone en contacto con el mundo literario. Busca empleo pero al no conseguirlo regresa a Orihuela en 1932. Su corta estancia en Madrid  le permite conocer la obra de la generación del 27, así como la teoría necesaria para la composición de su obra “Perito en lunas”.

« Párrafos de la más hiriente punta,
si la menos esbelta, como voces
de emoción, ya se rizan, de la yunta:
verdes sierpes, ya trémulas de roces
y rocíos. La mano que las junta,
afila las tajadas, sí, las hoces,
con el deseo ya, la luz en torno;
y enarca bríos, era, masas, horno».

Hacia 1934 vuelve a Madrid. Esta vez sí encuentra trabajo, primero en las Misiones Pedagógicas de Alejandro Casona, luego como redactor en el diccionario taurino de José María de Cossío. Colabora al mismo tiempo en “Revista de Occidente” y en otras revistas poéticas.

Por entonces mantuvo una tórrida relación con Maruja Mallo. La pintora fue su inspiración en algunos de los poemas de “El rayo que no cesa”.

Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.
Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.
¡Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!
Por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.

Toma parte muy activa en la Guerra Civil española, en el bando republicano, afiliándose al Partido Comunista de España.

«Adelanta, español, una tormenta
de martillos y hoces, ruge y canta.
Tu porvenir, tu orgullo, tu herramienta
adelanta».

Por esa época escribe el drama “Pastor de la muerte” y numerosos poemas recogidos más tarde en su obra “El hombre acecha”. El 19 de diciembre de 1937 nació su primer hijo, Manuel Ramón, que murió a los pocos meses, en octubre de 1938.  A él le dedica algunos poemas recogidos en el “Cancionero y romancero de ausencias”, entre ellos el titulado “Hijo de la luz y de la sombra”.

«Hijo del alba eres, hijo del mediodía.
Y ha de quedar de ti luces en todo impuestas,
mientras tu madre y yo vamos a la agonía,
dormidos y despiertos con el amor a cuestas».

En enero de 1939 nació su segundo hijo, Manuel Miguel, a quien dedicó las famosas “Nanas de la cebolla”.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Al terminar la Guerra Civil intenta salir del país pero es detenido en la frontera con Portugal.  Condenado a pena de muerte, se le conmuta por la de treinta años pero no llega a cumplirla porque muere de tuberculosis el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos, hecho sobre el que su amigo Vicente Aleixandre compuso un poema.

«No lo sé. Fue sin música.
Tus grandes ojos azules
abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante,
cielo de losa oscura,
masa total que lenta desciende y te aboveda,
cuerpo tú solo, inmenso,
único hoy en la Tierra,
que contigo apretado por los soles escapa».

La Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados aprobó el pasado 21 de diciembre, por unanimidad de todos los partidos políticos, la propuesta de declarar 2017 “Año Miguel Hernández”, con motivo del 75 aniversario de su muerte.

Juan C. López

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