Toponimia menor

Carrafuentes, Carrancha, Carrarévalo, Fuente de los Lobos, Cuesta del Judío, Charca de la Cigüeña, Arroyo del Pontón, Pinar de Tío Matesanz, Caño de Mamblas, Majuelos de Rubén, La Vega, La Ermita, La Senda, La Dehesa, La Solana, La Cañada, El Prao Ratón, El Soto de Fuentes,  y un largo etcétera de nombres que llenan el mapa de nuestras tierras y que muchos de ellos están llamados a desaparecer y a borrarse de la memoria colectiva de nuestras gentes en las próximas generaciones, si es que no han desaparecido ya.
Merece la pena, por tanto, que hagamos un breve recorrido por nuestros términos municipales para comentar y clasificar estos topónimos que los lingüistas llaman “toponimia menor” para distinguirla de la “toponimia mayor”, que es la que sirve para denominar a los núcleos de población. Existen varios tipos de topónimos que, atendiendo a sus características, los vamos a  clasificar así:
1º.- Accidente geográfico: El Valle, Valdelayegua, El Monte, El Cerro, La Cuesta, La Costanilla de Ataquines,  Alto de…, El Otero, La Fuente de la Castellana, Los Manantiales, La Balsa de los Lavajos, El Hoyo, La Hoyadilla, La Zanja, El Arroyo de la Mora. Observemos en este apartado y en los siguientes que la mayoría de los nombres, aunque aquí aparezcan en solitario, van completados con otro nombre que define más concretamente el topónimo.
2º.- Cualidad o naturaleza del suelo: Los Estragales, Los Salobrales, Los Barros, Los Cantos, Los Arenales, Las Negras, Las Orañas, El Trampal, La Cárcava, El Guijar, Las Malatas, Deshonrayugueros, Centenera, Pocarenta…Vemos que la mayoría que se incluyen en este apartado, al tratarse de tierras de mala calidad, tienen una clara connotación negativa y se trataba de tierras pobres o difíciles de labrar, como alguna otra que he leído al azar y que denominaban El Purgatorio, El Infierno
3º.- Vegetación: El Tomillar, El Juncal, El Escobar, El Retamar,  El Encinar, El Pinar, El Tallar, El Espino, Las Carrasqueras, Los Morales, Las Mimbreras
4º.- Animales: Las Conejeras, Las Zorreras, Las Culebras, Los Galgos, Los Grajos, El Gato, El Caballo, La Burra, La Perdiz,  La Urraca, Fuente de la Paloma.
5º.- Vías de comunicación:  La Cañada, El Cordel de las Merinas, La Colada de las Cervigueras, Carrávila, Carralanava, Calzá Vieja, Calzá Pajares, Calzá Toledo, Camino de Peñaranda, Camino de Martín Muñoz, La Senda, El Sendero. Aquí es importante observar la  riqueza y variedad lingüística de nuestra lengua para señalar un mismo concepto. Las tres primeras palabras estaban relacionadas con la trashumancia en tiempos de la Mesta y cada una de ellas estaba rigurosamente regulada en cuanto al servicio y dimensiones. El lector ya habrá observado en las dos siguientes que la voz “carr” significa camino.
6º.- Construcciones cercanas: El Palomar, El Tejar, La Fragua, El Pozo, El Molino, La Ermita, El Telégrafo, La Estación, La Casilla, La Cabaña, Las Bodegas.
7º.- Influencia eclesiástica: La Era del Cura, Lavajos del Obispo, El Picón de las Monjas, Las Capellanas. Durante toda la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XIX la propiedad de la iglesia era una de las mayores en nuestros pueblos. No es de extrañar pues que hayan dado el nombre a muchos lugares. No sólo la propiedad territorial, sino la extraordinaria influencia de la religión llegaba hasta nuestros caminos en forma de topónimos tales como Las Cruces, El Calvario, El Alto Cristo, La Cruz de San Marcos, lugar hacia donde se dirigía la rogativa el día 25 de abril pidiendo la lluvia de primavera para los campos.
8º.- Despoblados: Toda la Tierra de Arévalo está plagada de despoblados, la mayoría son de la época medieval y algunos han llegado hasta el siglo XVIII, sin que se haya perdido la noticia ni del nombre, ni del lugar.:  Bodoncillo, Mamblas,  Navalperal del Campo, Moraleja de Santa Cruz, Bañuelos, Valtodano, Raliegos, Mingalián, La Yecla, Villarejo, Valverde, Valverdón. A veces unen su nombre al resto arqueológico que aún perdura, como La Torre de Astudillo, El Torrejón de Montejuelo, Torreón de la Puebla… Otros despoblados son más antiguos, están totalmente arrasados y su nombre no ha llegado hasta nosotros por pertenecer a la época romana o prerromana. A pesar de todo, el labrador que ara las tierras observa las grandes piedras de construcción o la brillante cerámica que levantan sus arados y lo relaciona intuitivamente con nobles construcciones y por eso surgen nombres como Palazuelos, Tejada, Ilejas (iglesias)…
9º.- Variaciones de cultivo: Hasta el siglo XIX las tierras del concejo generalmente se reservaban para prados que alimentaban la abundante ganadería imprescindible para la labor. Estaba muy bien regulado qué clase de ganados y en qué época podían entrar a pastar. Así nos quedan nombres como Prao Concejo, Prao Boyal, Prao Cabrero, o el más genérico de La Dehesa. Con la desamortización y la expansión cerealista del XIX muchas de estas tierras se enajenan y se roturan y así surgen Los Rompidos, nombre que se repite con frecuencia en muchos pueblos de la comarca. Otras veces se ha cambiado el tipo de cultivo y todavía mantienen el antiguo como ocurre con Las Huertas, Los Majuelos, Las Viñas.
Hemos presentado una pequeña muestra de los topónimos más representativos de nuestra tierra, pero en cada pueblo hay cientos y cientos de ellos no escritos en los libros ni en los mapas y que corren peligro de perderse. Con ello seríamos un poco más pobres, pues cada nombre de estos, además de la riqueza lingüística, encierra muchos siglos de historia compartida, historia que nunca más ha de volver.
Ángel Ramón G. González

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