De San Martín, el Eulogio Florentino Sanz y los Nueve Secretos

Comentábamos hace unos días, Francisco López, buen amigo de Fuentes de Año, y yo, en un corto viaje desde Fontiveros a Arévalo, sobre lo dados que somos todos a olvidarnos de lo que es más nuestro, de nuestras cosas, de nuestras gentes.
Somos capaces, eso sí, de dejarnos embobar por cualquiera que, más a menudo de lo que sería de desear, solo vende humo, pero que aparece recomendado por cualquiera de esos “patricios” de medio pelo que tanto abundan en algunas instituciones.
La conversación a la que aludo venía a tenor del hecho, “de todos sabido y por todos recordado”, de que, en el año 2001, la especial perspicacia y el buen hacer de un grupo de estudiantes y, por supuesto, también profesores de nuestro Instituto “Eulogio Florentino Sanz”, permitieron, mediante un trabajo presentado al concurso “Los Nueve Secretos” que anualmente promueve la Fundación del Patrimonio de Castilla y León, que la citada fundación se diera cuenta de la necesidad imperiosa e inminente de recuperar uno de los más bellos monumentos mudéjares que existen en España: la iglesia de San Martín situada en la plaza de la Villa de Arévalo.
La iglesia de San Martín de Arévalo, según nos cuenta Raimundo Moreno Blanco en “Memoria mudéjar en la Moraña”, aparece documentada en el año 1250 en la relación fiscal del Cardenal Gil Torres, compartiendo con San Miguel la primacía como parroquia, dado que ambas encabezaban la nómina arevalense en aquella época.
Su proceso constructivo, similar al de muchos otros templos de la zona, parte de un primer edificio románico, transformado en el Renacimiento y aderezado, posteriormente, con las yeserías, al gusto de la época, en el período del Barroco.
La iglesia quedó, en los primeros años del siglo XX, huérfana de feligresía y pasó más tarde a servir de almacén de grano. 
Con el paso de los años dejó de tener hasta esa utilidad y poco a poco las goteras, las humedades, los desconchones..., en fin, la progresiva ruina se fueron apoderando del templo, llevándole al lamentable estado en el que estaba a finales del pasado siglo XX.
Y precisamente, en el alba del nuevo siglo, ese grupo de estudiantes que antes apuntábamos, fueron capaces de ver, entre aquella amalgama de ruina, lo que podía esconder aquel lugar lleno de mugre, humedades y escombros; fueron capaces de intuir una propuesta que salvara el monumento del progresivo deterioro a que estaba sometido.
Elisabeth Herráez Cruz, Mónica de los Ríos Tomé, Lidia López Miguel, Marta del Campo Hernández, Nieves Galán González, María García Pérez, María Ángeles García Salcedo, Nuria López Lázaro, Leticia López Martín y Miriam Pérez Sánchez, todas ellas alumnas del IES “Eulogio Florentino Sanz”, bajo la coordinación de los profesores Salvador de la Calle Fernández, José Ignacio Piera Delgado, y con el apoyo total y sin reservas del Departamento de Geografía e Historia del Instituto “Eulogio Florentino Sanz” plantearon un detallado y ambicioso proyecto que fue presentado al concurso “Los Nueve Secretos”.
El trabajo de alumnos y profesores tuvo, en este caso, doble recompensa. Además de los propios premios, el premio mayor para ellos y para todos nosotros, fue que el templo, hasta entonces sumido en el olvido, sufrió una profunda actuación que terminó por convertirlo en un espacio cultural de primer orden para nuestra ciudad.
Conferencias, exposiciones de diversa índole, recitales, proyecciones, se han venido sucediendo desde su apertura hasta el día de hoy que acoge, como todos sabéis, una parte de la exposición de “Las Edades del Hombre”. En este espacio disfrutamos de las veladas poéticas que organizaba el “Grupo de Jóvenes Arevalenses”; nos emocionamos en la presentación del libro “Tirando” de Juan Carlos Vegas; reconocimos los paisajes y los personajes prehistóricos de la novela “Por la senda de Tumut” de Luis José Martín García-Sancho; escuchamos, casi sin pestañear, los consejos y citas literarias de nuestro muy querido Don José Jiménez Lozano...
Creemos que es de recibo ofrecer, desde estas páginas, un merecido reconocimiento a Elisabeth Herráez Cruz, Mónica de los Ríos Tomé, Lidia López Miguel, Marta del Campo Hernández, Nieves Galán González, María García Pérez, María Ángeles García Salcedo, Nuria López Lázaro, Leticia López Martín y Miriam Pérez Sánchez, junto a los profesores Salvador de la Calle Fernández y José Ignacio Piera Delgado, por la importancia transcendental que, para la Cultura y el Patrimonio de Arévalo y de su Tierra, tuvo el esfuerzo realizado entonces con la elaboración de ese excepcional trabajo que sirvió, como ya hemos dicho, para que la Fundación del Patrimonio de Castilla y León se planteara actuar sobre la iglesia de San Martín de Arévalo y se convirtiera en lo que ha sido hasta el día de hoy.
Que ese esfuerzo, que tan buenos resultados dio, se tenga en cuenta en el futuro inmediato de forma que San Martín siga siendo, como lo ha sido hasta ahora, un espacio cultural de primer orden para Arévalo y nuestras comarcas.
Juan C. López
La Llanura número 51- Agosto de 2013

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