Algunos dichos famosos

En el número 36, del mes de mayo, de La Llanura, nuestro colaborador José Félix Sobrino, en su “escrito” o “artículo” o “articulillo”, que tituló “ESTO NO ES UN ARTÍCULO”, me citaba aludiendo la objeción que le había hecho acerca de que no era a Felipe II, sino a Fernando VII al rey que le facilitaban la posibilidad de hacer las carambolas cuando jugaba al billar.
Esta alusión ha dado pie a que me decida a comentar algunos dichos famosos de nuestro idioma, tratando de explicar el porqué de esas frases.
CARGAR CON EL MOCHUELO: Parece ser que esto viene de una ocasión en que dos mozos, uno andaluz  y gallego, el otro, entraron en una venta y pidieron cena al posadero. Éste le hizo saber que solamente quedaban una perdiz y un mochuelo. El andaluz, con su gracejo, le respondió que trajese ambas piezas y ellos se encargarían de repartirlas. Cuando el mesonero les sirvió, el andaluz le dijo al gallego: “Elige amigo, o te comes tú el mochuelo y yo la perdiz o yo me como la perdiz y tú cargas con el mochuelo.”
Ante esta alternativa, el ingenuo gallego apechugó con el mochuelo. El dicho se utiliza para juzgar cualquier trabajo o asunto difícil que recae sobre alguien en contra de su voluntad.
HERRAR O QUITAR EL BANCO: Parece ser que la frase viene debido a que un herrero instaló los útiles de trabajo en la calle de su pueblo, pero después no ejercía el oficio, mientras los aparejos entorpecían el paso de los ciudadanos. Fue tal la indignación de los vecinos que, al final, obligaron al artesano a herrar o quitar el banco. Actualmente utilizamos esta frase para obligar a una persona a cumplir con los deberes de su cargo o renunciar a él.
NO HAY TU TÍA: En la medicina antigua, con la fundición y la purificación del cobre se conseguía un ungüento que tenía grandes virtudes curativas para ciertas enfermedades oculares. Este medicamento, llamado tutía o atutía, llegó a tener gran prestigio. Cuando faltaba no había posibilidad de cura. Eso dio lugar a que, aunque de manera deformada, se acuñara la expresión no hay tu tía, para venir a decir que algo, por su dificultad u obstinación, es imposible y no tiene remedio.
He dejado para el final una frase que es propia de Arévalo. Los arevalenses que tenemos poco pelo o peinamos canas, cuando en un partido de fútbol, como ocurrió hace unos días, en la final de la Eurocopa, uno de los dos equipos consigue muchos goles decimos esta frase:
OTRO GOL SEÑOR ALEMÁN: Bien, voy a explicarme. Hace ya bastantes años, allá por 1940, aproximadamente, un equipo de fútbol arevalense acudió a Ávila a jugar un partido contra un equipo abulense. La superioridad de los de la capital fue tan abrumadora que golearon a nuestros paisanos con un contundente nueve a cero. Se daba la circunstancia de que el portero que “defendía” nuestra meta era un alemán, que residía en nuestra añorada Fonda del Comercio. Al encajar el noveno gol el público que se encontraba cerca de la portería coreaba “otro gol señor alemán”. Lo curioso fue que Juanito, así le llamaban al muchacho, aunque su verdadero nombre era Johan, al incorporarse, tras recoger el balón, levantando el dedo índice se dirigió al público con simpatía exclamando: pero falta uno para “dies”.
Espero no haber aburrido a nuestros lectores. Hay muchos más dichos de nuestra rica lengua castellana. Habrá tiempo para seguir contándolos. ¡Ah! una cosa, si algún lector no está de acuerdo con algo de lo que aquí se ha expuesto, las páginas de La Llanura están a su disposición para facilitarnos las rectificaciones oportunas. ¡Gracias!
Julio Jiménez Martín

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