Epílogo para después de mi muerte
Yo los obligaré a venir
y a postrarse a tus pies
y a reconocer que te amo
(Apocalipsis
3,9)
Cuando lo vimos entrar
venía solo
y se hizo silencio todo en torno
porque el dueño se levantó hacia él
y él venía solo,
decidido, aunque humilde.
(Sabíamos que siempre tuvo amigos
si bien la soledad lo amó excesivamente
dándole un corazón que no tenía fondo
donde las cosas amadas se perdían).
Todos vimos que luego se abrazaron,
el Dueño que se había levantado
y él, que venía solo.
Y nos volvimos todos a mirar:
sucedió en un instante;
entrar, haber silencio,
salir el Dueño
mirar todos, pensar
"¡cuanto lo amaba!".
Todavía con él entre los brazos
el Dueño nos miró:
- Ahora sabéis, decía,
por qué voy
a hacer fiesta.
Jacinto Herrero Esteban
Comentarios
Un poeta.Nada menos.
Un hombre de fe, aún más importante.
- Un buen profesor,también -