UNA MINORÍA ILUSTRADA

Arévalo 1929. La situación social está perfectamente retratada por José Félix Sobrino en su artículo del primer número de esta nueva época de nuestra Llanura. Casi el 60% de la población no sabía leer y escribir, siendo más alta la cifra de analfabetos entre las mujeres que entre los hombres. La mayoría de la población activa de Arévalo desarrollaba su actividad en la agricultura. Se vivía bajo la dictadura de Primo de Rivera. Pese a este panorama nada alentador desde el punto de vista cultural y de educación, se podían encontrar en Arévalo varios periódicos, de muy diversa tendencia y periodicidad. Todas estas personas intentaban acercar la cultura a la mayor parte de la población. Acercarles la educación y la posibilidad de aprender a leer y escribir. Nos han llegado testimonios de personas, que recuerdan que siendo niños, veían leer los diarios en grupo, el que sabía a los que deseaban aprender. Por eso calificamos a este grupo de personas que editaban La Llanura, y a los otros que se dedicaban a otros tantos periódicos de diferente periodicidad, como una Minoría Ilustrada.
Hoy en Arévalo en el año 2009, la cifra oficial de analfabetismo es de poco más del 2% de la población. Las mujeres no son ya mayoría entre los que no saben leer y escribir. Pero no se debe confundir la ilusión y el entusiasmo que podamos tener en nuestra aventura editorial con la erudición. No somos un grupo de intelectuales, como algunos nos dicen. Somos simplemente entusiastas de la idea de conseguir que la ciudadanía tome conciencia del patrimonio que Arévalo posee; y que la cultura en sus múltiples expresiones forme parte del día a día. Para nosotros sería mejorar Arévalo.
Pero a menudo nos preguntamos dónde está la minoría ilustrada que existe, y de la que no formamos parte por falta de conocimientos, y a qué se dedica. No percibimos esa labor de acercar la cultura y la educación al resto de la población. Compartir su conocimiento con los demás. Nos preguntamos si estarán contagiados de la enfermedad de la sociedad que nos ha tocado vivir, el egoísmo más absoluto. Tenemos la sensación de que han cambiado los medios que se utilizan para mantener a la mayor parte de la ciudadanía al margen de asuntos relacionados con la cultura, el patrimonio, el pensamiento, la literatura, en definitiva apartada de cualquier inquietud cultural o de libre pensamiento.
Puede que la falta de interés por determinados temas de la mayoría de la población, se vea agigantada por la inacción de los que podrían iluminar con su conocimiento las mentes de los demás. Puede, que desde ciertos grupos o instancias, interese una masa de población más manejable. Está visto y comprobado, que en determinados asuntos, cuantos menos sepan de algo mejor lo manejarán unos pocos. Puede que sólo sea una falsa impresión que tenemos como consecuencia de nuestra falta de conocimientos y nuestro exceso de entusiasmo. Un refrán dice que consigues más callando que voceando. Puede que sea cierto, pero estamos convencidos de la pérdida de oportunidades de crecimiento de cualquier pueblo, que no luche por ilustrar a sus ciudadanos.
Hace ochenta años, los que ocupaban esta ciudad que hoy ocupamos nosotros, carecían en su mayoría de los instrumentos para acceder a la cultura y el conocimiento; pero era constatable la inquietud por mejorar y aprender. Hoy tenemos los instrumentos pero parecen que no tengamos interés, como si ya tuviésemos todo lo necesario para vivir. Puede que no sea todo más que un espejismo en el que NOS QUIEREN MANTENER.

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