El silbo de los vencejos y la Hora Azul
El pasado sábado, 23 de junio, quedamos en la plaza de la Villa a la caída de la tarde para, por un lado contemplar el vuelo de los vencejos y escuchar su característico silbido y, por el otro, aprovechar esa hora en que una vez anochecido, el cielo toma un tono azul tirando un poco a añil.
La nota negativa la puso el propietario del vehículo que ahí vemos y que, haciendo caso omiso de la prohibición explícita de aparcar en nuestra monumental plaza de la Villa, deja su coche aparcado en ella como si la prohibición no fuera con él.
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