Arévalo, topónimo de origen armenio

Colección familia García Vara
La ignorancia y el misterio han envuelto siempre el origen del topónimo Arévalo, pequeña ciudad de Ávila. Mi maestro, el Prof. Antonio Llorente Maldonado en la Universidad de Salamanca, siempre lo pasó por alto, diciéndonos, sin más, que era de origen prerromano. Y se acabó.

Don Antonio no tuvo ocasión de investigarlo a fondo; simplemente repetía lo que había dicho Corominas. Pero a mí siempre me atrajeron las etimologías imposibles y nunca he cesado de darle vueltas a esta de Arévalo.

He comprobado que un profesor de la UAM (*) vuelve sobre ella ampliando posibilidades, pero en definitiva, la investigación sobre “Arévalo” no ha prosperado nada, ya que repite lo de Corominas y lo de don Antonio, concluyendo que se trata de etimología muy difícil y misteriosa. 

Yo propongo una línea de investigación que, no habiéndola asentado todavía como contrastada y fehaciente teoría, sin embargo enciende una luz a lo lejos:

La antropóloga Virginia Mendoza Benavente me acaba de enviar un dato recogido por ella misma durante sus trabajos en Armenia, que, si no crucial y definitivo, sí lo considero relevante como para tenerlo en cuenta: el nombre de una anciana de 100 años. Yo le he sugerido que una vez encontrado este antropónimo siga buscando otros, tanto de hombre como de mujer, a la vez que topónimos o palabras con la misma fonética: Se trata de “AREVALUYS” con leves variaciones fonéticas en la última sílaba aguda. 

Si este dato fuera único y aislado, por simple coincidencia fonética, no habría que tenerlo en cuenta, pero después de las “teselas” encontradas del gran mosaico que vamos desenterrando, merece la pena seguir investigando y más sabiendo que, rastreando un poco la historia, no existe el nombre de Arévalo ni antecedentes lingüísticos antes de bien entrado el siglo XII. También hemos de tener en cuenta que, las repoblaciones de Castilla, se realizaban con gentes procedentes de Navarra y de las tierras vascongadas, actual Euskadi, gentes que bien pronto, en dos o tres generaciones, olvidaron sus formas de hablar y se mimetizaron con el castellano tan pujante por el dominio de sus reyes. No podemos olvidar que más tarde Arévalo fue la residencia de importantes nobles, contadores de los bienes de los reinos, prolongándose estos cargos , por lo menos hasta el siglo XVI - San Ignacio de Loyola, antes de ser soldado fiero, fue asistente o fámulo del contador de Arévalo, cuando ya se había olvidado el origen etimológico del topónimo. Y varios de los linajes de los que se tiene noticia asignaron a su heráldica los emblemas del león rampante, tan oriental, tan caucásico, como el águila, símbolo gráfico de los escudos de Armenia. 

En el siglo XII también se enmarcaban los pórticos de las iglesias, con líneas quebradas, llamadas también dientes de sierra, que, como apunta Xavier Musquera, no han faltado especialistas en historia del arte que digan que los escultores medievales que los tallaban, lo hacían para “recordar la tradición que cuenta cómo los conocimientos de los gremios constructores llegaron de manos de los maestros procedentes de más allá de los mares... (**)


(*) DE SUPUESTA TOPONIMIA CÉLTICA EN CASTILLA: EL CASO DE ARÉVALO (ÁVILA)*E. NIETO BALLESTER Universidad Autónoma de Madrid. (Este trabajo ha sido redactado como parte del Proyecto de Investigación BFF2003-04764. RFE, LXXXV, 2005, 2.°, págs. 321-332)

(**) Musquera Xavier. “Ocultismo Medieval. Los secretos de los maestros constructores”. Ediciones Nautilus SL Madrid, 2009. (Capítulo 13)

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