Cosas de carteros
En
el buzón de Correos de Arévalo (Ávila) fue depositada una carta en cuyo sobre
habían sustituido las señas del destinatario por el siguiente romancillo:
“Es de Lagasca paisano,
vive en ciudad bien cercana,
su calle recuerda a un santo
de estatura muy precaria
y en honor de su apellido
para postre come pasas”.
A continuación se invocaba a los empleados del Servicio Postal con estos otros versos:
“Funcionarios de Correos:
es muy urgente esta carta.
Si llega sin perder fecha,
lo agradeceré en el alma
y diré que son ustedes
la flor de la burocracia”.
A las nueve de la noche del mismo día en que la carta fue depositada en el buzón, el remitente - cuyo nombre no figuraba tampoco ni en el sobre ni en la carta - recibía un telegrama abierto de manos de un cartero:
Diario “YA” de Madrid,
a 19 de febrero de 1954
“Es de Lagasca paisano,
vive en ciudad bien cercana,
su calle recuerda a un santo
de estatura muy precaria
y en honor de su apellido
para postre come pasas”.
A continuación se invocaba a los empleados del Servicio Postal con estos otros versos:
“Funcionarios de Correos:
es muy urgente esta carta.
Si llega sin perder fecha,
lo agradeceré en el alma
y diré que son ustedes
la flor de la burocracia”.
A las nueve de la noche del mismo día en que la carta fue depositada en el buzón, el remitente - cuyo nombre no figuraba tampoco ni en el sobre ni en la carta - recibía un telegrama abierto de manos de un cartero:
“Entregada carta dirigida Juan Gómez Málaga, calle San
Juan de la Cruz, de Ávila”. Lo expidió el administrador
principal de Correos de Arévalo, quien lo mandó a quien había depositado la
carta y que resultó ser don Luis López Prieto, director de las Escuelas
Graduadas.
Diario “YA” de Madrid,
a 19 de febrero de 1954
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