Arrimar el ascua a su sardina
LENGUA / Etimologías
Arrimar el ascua a su sardina
Por Arturo Montenegro
Involucro en un mismo apartado varias expresiones relativas a una de las criaturas más elogiadas por los gastrónomos: la humilde sardina, que cuando aparece sobre el plato, es una promesa de sabor y contento. En una vieja edición del DRAE (Madrid: Imprenta Real, 1817), se nos dice que con la expresión echar otra sardina «se significa que alguno entra de fuera, especialmente en ocasión que con alguna incomodidad se ha de admitir». A la misma estrechez alude el dicho estar como sardina en banasta, «con que se pondera la apretura con que se está en alguna parte por el mucho concurso o multitud de gente». Hoy, animados por la tecnología envasadora, diríamos estar como sardinas en lata. Con todo, aún resulta peor ser la última sardina de la banasta, pues éste es el «modo de hablar con que se explica haber llegado a lo último de las cosas, entre tanto que se buscaba otra o de las que se van gastando».
Sin embargo, podemos también buscar el beneficio personal que sugiere la fórmula arrimar uno el ascua a su sardina. Aniceto de Pagés en el Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de buenos escritores antiguos y modernos (Madrid: Sucesores de Rivanedeyra, 1902) define esta frase en los siguientes términos: «Aprovechar, para lo que le interesa o importa, la ocasión o coyuntura que se le ofrece». Para ilustrar el significado, añade Pagés dos citas. La primera es de Antonio Flores: «... y no mes habléis de patriotismo, porque aquí lo que sucede, señores, es que cada cual arrima el ascua a su sardina». Y la segunda, rica en alusiones zoológicas, procede de José Selgas: «Pero esto de hacer atmósfera es dar gato por liebre, y como cada uno arrima el ascua a su sardina, siempre tenemos la misma función de toros y cañas».
Entre ascuas y sardinas, tanteamos una explicación sobre el origen del dicho y la hallamos a través del cervantista Francisco Rodríguez Marín, autor de Mil trescientas comparaciones andaluzas (1899), Los refranes del almanaque explicados y concordados con los de varios países románicos (1896) y Chilindrinas, cuentos, artículos y otras bagatelas (1906). Al decir de don Francisco, se dice «que antaño solían dar a los trabajadores de los cortijos sardinas, que ellos asaban en la candela (en la lumbre) de los caseríos; pero como cada uno cogía ascuas para arrimarlas a su sardina, la candela se apagaba, por lo cual tuvieron que prohibir el uso de ese pescado. Este origen se atribuye aquí al refrán, y aun al citarlo añaden algunos: por eso quitaron las sardinas de los cortijos del Viso (de Viso de Alcor, Sevilla)» (citado por José María Iribarren en El porqué de los dichos. Sentido, origen y anécdota de los dichos, modismos y frases proverbiales de España con otras muchas curiosidades, Pamplona: Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, p. 99).
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