Día de la poesía

Nos sacudimos el invierno con sus leños y su, a veces, bendita soledad para encontrarnos de tú a tú con otra primavera que viene a recordarnos que cualquier tiempo pasado fue peor. Sale a recibirnos con una alfombra verde esperanza donde, lienzo a lienzo, se recrea ese “locus amoenus” en el que volveremos a citarnos con amores hibernados y pasiones nuevas. Es la evolución natural de la prosa al verso y de la prédica a la lírica; es la desnudez necesaria para que el hilo rojo invisible alcance de un meñique a otro por obra y gracia del dios lunar. Los surcos de marzo rebosan el aliento que precisamos para seguir creciendo y creyendo; los pájaros del alma anidan en ramas vírgenes y el hogar nos acoge en torno a una mesa de pan reciente. Escapa del invierno de la cárcel el místico fontivereño; su memoria acoge los sublimes versos del “Cántico”: Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y, yéndolos mirando, con sola su figura vestido...