Papanatismo tecnológico

Está bien que los alumnos de las escuelas manejen ordenadores personales, porque es lo que ya, muchos de ellos, suelen hacer en sus casas, y porque se trata una herramienta laboral tan común como el automóvil, el teléfono o el bolígrafo. Lo que me causa, sin embargo, algo de pasmo es el aparente papanatismo de algunas autoridades académicas y de muchos padres de discentes, como si la incorporación del pc a las aulas tuviera un efecto taumatúrgico en la educación, una influencia mágica, algo así como el advenimiento de la ciencia infusa.
El ordenador es un mero instrumento. Como la tiza, la pizarra, o el cuaderno. Ni las tizas insuflan ciencia por sí mismas, ni los cuadernos convierten en sabios a los que abren sus hojas, ni el ordenador aporta más inteligencia al alumno de la que posea, ni más disciplina que la que le inculquen, ni más memoria que la que ejercite, ni más voluntad que la que acostumbre a desarrollar, y que permanecerá inalterable con o sin ordenador.
Los problemas de fondo de la escuela no se basan en mayor o mejor tecnología. Ni Aristóteles, ni Schopenhauer, ni Fleming, ni Einstein, ni Freud, ni Edison conocieron el ordenador. La Humanidad lleva cientos de miles de años sin usar el ordenador, que ha descubierto, en tiempo histórico, hace unos escasos segundos. Y está muy bien, como está muy bien que los aviones surquen los cielos a novecientos kilómetros por hora y que podamos hablar por teléfono en medio del campo o en plena calle, pero eso ni nos hace más inteligentes, ni más sabios, ni más capaces. Será el estímulo, el esfuerzo, el pensamiento propio, la asociación y el discurrir lo que pondrá a punto nuestra maquinaria intelectual. Y si no hay estímulos, ni disciplina, ni incitaciones al estudio, tendremos a unos vagos, unos fracasados, unos indisciplinados alumnos, eso sí, delante de un ordenador personal.
Luis del Val

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