Certezas y vaticinios

Ya no tiene vigencia lo de que no hay nada más antiguo que el periódico del día anterior, porque hay días en que las telenoticias de la noche dejan anticuados a los de sobremesa. Hoy es precisamente uno de esos días, el despertar de un sueño y la comprobación de si la corazonada tenía o no fundamento.
A todos nos gustaría que la corazonada no fuera un problema cardiovascular y olvidar el pesimismo de Jardiel Poncela que insistía en recordar que la mayoría de los sueños se roncan en vez de cumplirse, pero sea cual fuere el resultado, ni es el colmo de las ansiedades absolutas, ni es el desastre de las esperanzas totales.
Seguimos viviendo, después de que Alberto de Mónaco hundiera todas las posibilidades de Madrid, poniendo los muertos de Atocha sobre los aros olímpicos, y seguiremos existiendo si nuestra salud y el sistema sanitario lo permiten seamos o no la sede de los Juegos.
De cualquier manera, ver a un presidente del Gobierno del PSOE, a un alcalde del PP, a un secretario de Estado socialista y al Rey juntos y unidos a un buen número de deportistas a los cuales nadie les ha preguntado a quién votan, resulta reconfortante y nos recuerda que, en determinadas ocasiones hasta es posible que nuestros representantes se comporten con sentido común.
Enzarzados en el gallinero de los kikirikíes diarios, y en ver quién tiene los huevos más gordos, se nos había olvidado que el sentido común es capaz de avanzar y el partidismo tomarse unas cortas vacaciones. ¡Loada sea Olimpia! Por unos días, por unas horas, parece que no estamos donde siempre: en campaña electoral. Sólo por eso puede que haya merecido la pena. Y, dentro de unos minutos, tras pasar de los vaticinios a las certezas, no habrá nada más anticuado que este artículo de las horas anteriores.
Luis del Val

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