COSAS DE PUEBLO

Ya les he hablado de Mediavilla de los Infantes, provincia de Burgos. He recibido carta de don Servando, el párroco de ese pueblo y gran amigo mío. Además de los saludos de rigor me cuenta alguna que otro novedad del pueblo. Como suele ser habitual en nuestra relación, él solamente me cuenta lo que piensa de los asuntos terrenales que le ocupan, de los otros, guarda un respetuoso silencio, imagino que esperando que sea yo el que le plantee cualquier duda o le pida alguna aclaración al respecto.
Me cuenta la buena marcha que lleva lo de los peregrinos. Está contento que en el pueblo sean cada vez más los vecinos dispuestos a colaborar en las tareas de dar albergue a los que por allí pasan camino de Santiago.
Me cuenta también la preocupación que tienen ahora con las goteras que han aparecido en la iglesia. Las obras que tienen que realizar, por pequeñas que sean, son demasiado caras para la economía de una parroquia tan pequeña como la suya. Intuyo en sus palabras una cierta desesperación. Se siente en ocasiones solo frente a los problemas; puede que tal vez sea también uno de los síntomas de su edad. Cuentan que cuando era más joven era el primero en empujar a todos por el camino de la solución de los problemas. De un tiempo a esta parte se le nota más cobardica.
Afortunadamente está con él Fernando Escribano, el otro gran amigo del que ya les he hablado, y que vive también en Mediavilla de los Infantes. Como la relación es muy cordial con ambos, parece que estuvieran sincronizados entre ellos, de tal modo que cuando recibo carta de uno de ellos al poco tiempo la recibo del otro. En ocasiones he recibido carta de los dos en el mismo día.
Me hacen reír muchas veces. Lo que a uno le preocupa es lo que para el otro es aportar una solución, y debo ser yo desde aquí quien interceda. Tengo en esta ocasión que escribir a don Servando y darle la buena nueva que sobre sus preocupaciones con las goteras, Fernando Escribano, ya lo tiene casi resuelto.
Me cuenta Fernando, que como el obispado casi tiene en el olvido al bueno de don Servando, no sabe si por falta de recursos económicos o por tratarse de una parroquia pequeña, ellos han empezado a trabajar en la solución del problema. Tienen ya el presupuesto de un albañil de un pueblo cercano. Sacar ahora el dinero suficiente es el paso en el que se encuentran. Como quiera que los cepillos de la iglesia no dan lo suficiente a pesar del aumento de recaudación observado desde que abren la iglesia, van a hacer una colecta entre los vecinos, que aunque pocos son cada vez más conscientes de por donde debe ir el porvenir del pueblo.
Me cuenta también que han convencido al haragán del alcalde para que solicite una ayuda a la diputación, y así de paso averiguar para lo que sirve tan ilustre institución. Esto por supuesto es una maldad de mi amigo Fernando Escribano, que siempre que puede tira con bala a los que no hacen lo que él cree que deberían hacer por el pueblo.
Van a poner también en marcha una página web, como me adelantó don Servando en mi última visita. Resulta que una joven del pueblo que estudia en el instituto comarcal, domina esas cuestiones y se ha ofrecido a preparar todo lo necesario. Fotos de la iglesia, de los modestos museos que han montado entre todos, del hayedo cercano al pueblo, del río, y en definitiva de todo cuanto pueda tener interés para los posibles visitantes.
Ha venido un señor de la capital de España a vivir a Mediavilla de los Infantes, también me cuentan. Ha comprado una de las casas solariegas que estaban abandonadas pero que todavía se conservaba en buen estado y la está restaurando. Me hablan de que tiene intenciones de hacer una especie de casa rural para el alojamiento de turistas. Fernando lo ve como un claro síntoma de crecimiento del pueblo. Don Servando lo ve con más escepticismo. Curiosamente quien debiera creer duda y quien duda cree.
Me dicen que es un abogado que cansado de la vida en la gran ciudad ha decidido encontrarse en un pequeño pueblo de castilla. Ambos tienen la curiosidad de por qué habrá ido a parar hasta allí. Casualidad, destino, designio divino, nadie lo sabe. Yo por mi parte lo único claro que veo es que la inversión no puede perjudicar. Todo lo contrario. Dispondrán de un lugar de alojamiento para los que quieran permanecer en el pueblo durante más tiempo. Muchos de los que ahora pasan por Mediavilla de los Infantes camino de Santiago de Compostela, sé que volverán en el futuro para estar unos cuantos días más. Lo sé porque eso fue lo que a mí me ocurrió hace ya muchos años.
Fabio López

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