Almenaras, atalayas, torres militares
El territorio que conforman La Tierra de Arévalo, Madrigal y La Moraña, está salpicado de construcciones, unas de origen árabe, otras ya cristiano medievales, con trazas, eso sí, mudéjares, que son las que conocemos como almenaras, atalayas y torres militares.
Las torres atalayas y vigías fueron traídas por los invasores musulmanes, quienes las utilizaban en el norte de África.
En el “Poema del Mío Cid” se las llama torres de rebato.
Eran, en general, torres-refugio para los frecuentes casos de ataques repentinos y por sorpresa que se daban en la edad media y en la zona conocida como Extremadura Castellana.
Las torres atalaya son torres levantadas en lugares más bien elevados que permiten una fácil visibilidad del territorio circundante. Su vigilancia supone el control de un territorio fronterizo, la vigilancia de cañadas o cruces de caminos. Servían de igual forma de almenaras ya que en caso de peligro se comunicaban mediante señales con otras atalayas y fortalezas próximas, formando una eficaz red defensiva.
Las atalayas se alzan, generalmente en lomas y cerros que dominan de forma eficaz la llanura y, por supuesto, los enclaves estratégicos.
Las torres campesinas, por su parte son otro tipo de estas construcciones en las que prevalece una preocupación más enfocada a la actividad eminentemente repobladora, aunque sin perder su carácter militar.
Las primeras, en general, por estar situadas en zonas inseguras y asiladas, con el tiempo se abandonan y terminan por derruirse. A veces han desaparecido completamente. Esto nos impide estudiar de forma clara algunos de los aspectos constructivos importantes de este tipo de construcciones, su forma de acceso o como se cubrían por arriba.
Las segundas, por estar destinadas a la población terminan por incorporarse a la aldea y sirven, muchas veces, como campanario de la iglesia que surge a medida que avanza la repoblación.
Importante también destacar su localización primordial en las zonas fronterizas, bien en la Extremadura Castellana de la época de la reconquista o bien en la frontera entre los reinos de Castilla y de León tras la muerte de Alfonso VII.
En nuestras tierras tenemos restos de estas atalayas o torres vigías en los alrededores de Palacios de Goda el conocido como Torreón de Cuenca, en Rasueros la torre Astudillo, en Horcajo de las Torres la torre Yecla. En Sinlabajos Gómez Moreno nos describe una “Torre separada un buen trecho hacia el SO, como algunas otras de pueblos inmediatos, quizá para defenderse en ellas; le queda la parte baja primitiva de cal y canto; el resto se añadió de tapiería, está desmochada, y su escalera arranca a gran altura”. De esta torre hoy no queda nada. En Arévalo y frente a la ermita de La Lugareja, Marolo Perotas nos relata lo siguiente: Siguiendo por la carretera de Arévalo a Noharre, a la diestra mano y unos ciento cincuenta metros del caserío se alza la casa de labor de mi señor padre político, don Cipriano Hernández Sáez. Levantada el 1923 sobre los restos de un muro que todos hemos conocido y denominado el «Torrejón», restos que pertenecieron a una imponente atalaya que existió en aquel paraje y en la que también los hermanos Narón ejercieron durante su venerable y azarosa vida, poder militar y jurisdicción señorial. Sólo queda esta descripción y el topónimo que da nombre a un camino que se llama precisamente así: “del Torrejón”. Otros topónimos nos recuerdan que en estos sitios hubo este tipo de torres vigías: Atalaya, Almenara, Torrejón, Torres.
Otras almenaras y atalayas que se integraron en las aldeas y quedaron dentro de las poblaciones fueron la Torre Almenara de Palacios de Goda. Hoy forma parte de la iglesia de San Juan Bautista.
En Muriel de Zapardiel una original torre-vigía que conserva algunos curiosos aditamentos castrenses. Su singular escalera de acceso la emparenta con las construcciones castrenses de las murallas de Madrigal de las Altas Torres.
En San Esteban de Zapardiel se conserva, de igual forma, una torre atalaya, exenta, de traza mudéjar y cuya entrada está en alto, al igual que otras torres vigías altomedievales.
La de Castellanos de Zapardiel fue torre exenta pero los añadidos de naves y aposentos de la cercana iglesia de Santa María del Castillo terminaron por aunar iglesia y torre en un único conjunto. De muy potente apariencia, esta torre coincide en su fábrica y traza con la cercana de San Esteban de Zapardiel. Posee saetera en el flanco sur, siendo el cuerpo de campanas posterior a la original construcción y, añadido este, después de haber desmochado, en parte, la antigua atalaya.
Torres militares pudieron haber sido también la de San Miguel Arcángel en Arévalo y la, casi idéntica, torre de la iglesia de Santo Tomás de Aquino en Montejo de Arévalo.
Las torres campesinas, como hemos apuntado antes están destinadas más a proteger a los habitantes en casos de ataques y muchas veces se han integrado en el caserío de la aldea. Muchas veces estas torres han terminado también por formar parte de la iglesia del lugar. Estas torres-ábsides se esparcen por todo el territorio.
La tristemente desaparecida torre de Orbita era de este tipo, También lo son la de Tolocirio, en tierras de Segovia, Almenara de Adaja en Valladolid, o Palacios Rubios, Barromán, Fuentes de Año o El Ajo en Ávila…
Estas torres las construyen, generalmente, grupos de colonos junto a arroyos o vaguadas y al pie, casi siempre, de las cañadas o caminos importantes. Sirven para ser utilizadas, ocasionalmente como torres de vigilancia y señalización (atalayas y almenaras) y de forma ocasional como reducto defensivo para estas familias dedicadas al cultivo de los terrenos cercanos y al cuidado de sus rebaños.
Es necesario destacar por significativo que parecen distinguirse dos distintos tipos de estas construcciones en los alrededores y en cuanto a su origen o procedencia. Por una parte las atalayas y torres vigías, situadas hacia el oeste: Horcajo de las Torres, Rasueros, siguiendo el cauce del rio Trabancos en las que se suele atribuir el origen de estas torres a los musulmanes, pasando a ser renombradas con nombres cristianos ya avanzada la “reconquista” y las que siguen el curso del río Zapardiel o la línea Arévalo-Medina del Campo que parecen obedecer más a la frontera entre los Reinos de León y Castilla, que correspondieron a Fernando II y Sancho III respectivamente. En efecto, los límites entre ambos reinos pasaban por Sahagún, Urueña, Medina del Campo, Arévalo.
Por sus características las torres y atalayas aisladas se fabricaban generalmente con tapiales de argamasa de cal y cantos rodados de cuarcita formando paredones de entre 3,00 y 4,00 metros de largo por 1,50 a 2,00 metros de ancho. Por no quedar casi restos carecemos de datos que nos permitan conocer la altura que pudieran tener estas torres y si, en su caso, estaban cubiertas y con qué métodos.
Respecto a las torres que llamamos campesinas, son torres de traza cuadrada o rectangular. Su aparejo es común a todas ellas, predominando el tapial de cantos rodados y argamasa ceñido por verdugadas de ladrillo.
En las torres ábside, esas que posteriormente pasaron a formar parte de la iglesia de la aldea o poblado, se alternaban encintados de ladrillo con entrepaños de cal y canto o piedra blanca de la zona.
Entendemos de importancia especial el catalogar y establecer las localizaciones exactas de muchas de estas construcciones medievales desaparecidas o en trance de desaparecer y proceder a los respectivos estudios de ellas. Esta forma quizá podamos evitar que se pierdan más retazos de nuestra historia.
En las torres ábside, esas que posteriormente pasaron a formar parte de la iglesia de la aldea o poblado, se alternaban encintados de ladrillo con entrepaños de cal y canto o piedra blanca de la zona.
Entendemos de importancia especial el catalogar y establecer las localizaciones exactas de muchas de estas construcciones medievales desaparecidas o en trance de desaparecer y proceder a los respectivos estudios de ellas. Esta forma quizá podamos evitar que se pierdan más retazos de nuestra historia.
Lección de historia
Radio Adaja - 20 de octubre de 2010
Comentarios
- Mañanes, T. y Valbuena, F. “Torres y fortalezas al sur del Duero en la provincia de Valladolid”. Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, XLIII, pp. 111 - 126. Valladolid, 1977.
- Sánchez Rivera, J. I.; Martín Herrero, A. "El proceso constructivo de las iglesias mudéjares al sur del Duero: Santo Tomás de Montejo de Arévalo". Actas del AR&PA 2008, VI Congreso Internacional de Restauración Junta de Castilla y León. Valladolid, 2010. En prensa.
- Barba, S. y Sánchez Rivera, J. I. "Levantamiento tridimensional de torres mudéjares al sur del Duero". Actas del EGA, XII Congreso Internacional de Expresión Gráfica Arquitectónica, pp. 733 – 742. Madrid, 2008.
- Sánchez Rivera, J. I. y Barba, S. "La torre de San Juan Bautista en Mojados (Valladolid): su evolución ligada a la construcción del templo". Actas del AR&PA 2006, V Congreso Internacional de Restauración “Patrimonio y territorio”; pp. 793 – 804. Junta de Castilla y León. Valladolid, 2007.