AGUA = VIDA
Agua es igual a Vida, lo afirmo rotunda y categóricamente. O lo que es lo mismo sin agua no hay vida.
Andan locos los de la NASA buscando agua en los polos lunares y en Marte, para poder equipar estaciones permanentes en estos lugares y que sea posible la supervivencia de las personas, animales y plantas que allí se pudieran llevar.
Permítanme que califique esto de solemne estupidez. No tenemos bastantes problemas con nuestra agua planetaria que nos gastamos montones de dinero en intentar adivinar si aquella sombra captada por la sonda espacial es hielo o roca.
Seamos coherentes señores. El agua, nuestra agua, requiere toda nuestra atención y cuidados pues es un recurso imprescindible, aparentemente abundante pero limitado, por lo que puede llegar a convertirse en un recurso escaso si no tomamos medidas adecuadas.
No hace falta irse a ningún planeta o satélite, tampoco hace falta irse al desierto para comprender lo necesaria y vital que es el agua para la vida, cualquier tipo de vida, incluida por supuesto la humana. Miremos a nuestro alrededor, decenas de municipios morañegos no tienen agua potable en sus grifos. Como pueden comprobar, La Moraña no es la Luna pero empezamos a tener problemas con la calidad de nuestra agua.
Tradicionalmente el agua potable se ha extraído del subsuelo, concretamente del acuífero de los Arenales. Este acuífero lo forman aguas fósiles y se ha ido formando a lo largo de cientos de miles de años, quizás millones, no lo sé, que a mí en cuanto me sacan de mis 48 años, que son los que cumplo, ya me pierdo.
Los seres humanos vamos demasiado deprisa, queremos correr más que la propia Naturaleza. Es decir, lo que tarda en formarse un montón de años nosotros lo queremos explotar en un instante y encima se nos hace largo. Diez, veinte, cuarenta años en la vida del ciclo de las aguas no es más que una gota en el inmenso océano. Pero estamos haciendo más daño a nuestras aguas en los últimos cuarenta años que en el resto de la historia de la humanidad.
Lo cierto es que en estos últimos años hemos sacado más agua de este milenario acuífero que la que entra, bien sea para regadío, bien sea para consumo humano u ocio. No contentos con ello, hemos llenado los campos de productos nitrogenados ya sea en forma de purines, excrementos o abonos.
¿Qué se ha producido con esto?: Dos graves problemas:
En primer lugar, al sacar más agua de la que entra, el nivel de la capa freática disminuye. Esta disminución en el volumen del agua, produce el aumento de la concentración del arsénico, peligroso elemento que se encuentra de forma natural en el subsuelo. Dada la toxicidad del arsénico el aumento de su concentración en las aguas hace que estas no sean potables, ni para beber ni para guisar, ni para lavar los alimentos que se van a consumir crudos.
En segundo lugar, al disminuir el volumen de las aguas del acuífero y seguir arrojando a los campos las mismas cantidades de productos nitrogenados (abonos, purines, excrementos) se produce el aumento de la concentración de nitratos en el agua, lo que las convierte igualmente en aguas no potables.
Para que nos hagamos una idea el agua del acuífero es para los morañegos nuestro embalse. Si en un embalse arrojamos mierda y sacamos más agua de la que entra, llega el momento en que esa agua se contamina y pierde sus propiedades de generar vida. Pues más o menos eso es lo que hacemos con nuestro “embalse”, el acuífero de los Arenales.
Se puede y se debe intentar evitar esto mediante el control efectivo de los productos nitrogenados arrojados por los campos, el control y la limitación de las extracciones y por último, la recarga del acuífero, es decir que vaya aumentando el nivel de la capa freática.
El acuífero se puede recargar de varias formas. Una de ellas es a través de las precipitaciones, por el agua que se infiltra hacia el subsuelo. Para ello juegan un papel importantísimo las superficies arboladas, pero esto, si les parece, lo dejamos para otra ocasión, pues dada su importancia, merece un comentario mucho más extenso.
Otra forma es a través de los cauces de los ríos. Por ello los cauces regulados son un flujo constante de agua hacia el acuífero a través de las infiltraciones que se producen por los lechos arenosos de nuestros ríos, especialmente Adaja y en menor medida Arevalillo, Voltoya, Zapardiel o Trabancos.
El Adaja, al estar regulado desde la presa de las Cogotas, filtra agua al acuífero durante todo el año, pero de forma insuficiente porque el equilibrio hídrico es negativo. Es decir, el río introduce al acuífero una cantidad mucho menor que la que nosotros sacamos.
Pero ¿Y el Arevalillo? Si este río pudiera tener una cantidad de agua constante por su cauce, lo que se denomina un caudal ecológico, la recarga del acuífero se multiplicaría por dos.
Como todos sabemos el canal del regadío de las Cogotas en su camino hacia la balsa de Nava de Arévalo, atraviesa el río Arevalillo. Pues bien, desde esta balsa se podría regular un caudal ecológico permanente para el río Arevalillo. Con esta medida saldríamos ganando todos, pues el acuífero se vería sensiblemente beneficiado y la vida en su conjunto ganaría en calidad y en cantidad, pues las riberas se poblarían enseguida de plantas y animales, lo que haría que la biodiversidad de este río y de la comarca aumentase significativamente ¿Para que irnos pues a Marte y gastarnos una millonada de dinero en intentar generar vida pudiéndola mejorar aquí?
No es por alarmar, pero para prevenir hay que ponerse en la peor de las situaciones ¿Qué haríamos en el caso de que una gran sequía acabe con las reservas del embalse de las Cogotas, y con el acuífero contaminado tal y como está?
Seamos inteligentes, pidamos a la Confederación Hidrográfica del Duero que recargue el acuífero desde el río Arevalillo, proporcionándole un caudal ecológico.
Permítanme que califique esto de solemne estupidez. No tenemos bastantes problemas con nuestra agua planetaria que nos gastamos montones de dinero en intentar adivinar si aquella sombra captada por la sonda espacial es hielo o roca.
Seamos coherentes señores. El agua, nuestra agua, requiere toda nuestra atención y cuidados pues es un recurso imprescindible, aparentemente abundante pero limitado, por lo que puede llegar a convertirse en un recurso escaso si no tomamos medidas adecuadas.
No hace falta irse a ningún planeta o satélite, tampoco hace falta irse al desierto para comprender lo necesaria y vital que es el agua para la vida, cualquier tipo de vida, incluida por supuesto la humana. Miremos a nuestro alrededor, decenas de municipios morañegos no tienen agua potable en sus grifos. Como pueden comprobar, La Moraña no es la Luna pero empezamos a tener problemas con la calidad de nuestra agua.
Tradicionalmente el agua potable se ha extraído del subsuelo, concretamente del acuífero de los Arenales. Este acuífero lo forman aguas fósiles y se ha ido formando a lo largo de cientos de miles de años, quizás millones, no lo sé, que a mí en cuanto me sacan de mis 48 años, que son los que cumplo, ya me pierdo.
Los seres humanos vamos demasiado deprisa, queremos correr más que la propia Naturaleza. Es decir, lo que tarda en formarse un montón de años nosotros lo queremos explotar en un instante y encima se nos hace largo. Diez, veinte, cuarenta años en la vida del ciclo de las aguas no es más que una gota en el inmenso océano. Pero estamos haciendo más daño a nuestras aguas en los últimos cuarenta años que en el resto de la historia de la humanidad.
Lo cierto es que en estos últimos años hemos sacado más agua de este milenario acuífero que la que entra, bien sea para regadío, bien sea para consumo humano u ocio. No contentos con ello, hemos llenado los campos de productos nitrogenados ya sea en forma de purines, excrementos o abonos.
¿Qué se ha producido con esto?: Dos graves problemas:
En primer lugar, al sacar más agua de la que entra, el nivel de la capa freática disminuye. Esta disminución en el volumen del agua, produce el aumento de la concentración del arsénico, peligroso elemento que se encuentra de forma natural en el subsuelo. Dada la toxicidad del arsénico el aumento de su concentración en las aguas hace que estas no sean potables, ni para beber ni para guisar, ni para lavar los alimentos que se van a consumir crudos.
En segundo lugar, al disminuir el volumen de las aguas del acuífero y seguir arrojando a los campos las mismas cantidades de productos nitrogenados (abonos, purines, excrementos) se produce el aumento de la concentración de nitratos en el agua, lo que las convierte igualmente en aguas no potables.
Para que nos hagamos una idea el agua del acuífero es para los morañegos nuestro embalse. Si en un embalse arrojamos mierda y sacamos más agua de la que entra, llega el momento en que esa agua se contamina y pierde sus propiedades de generar vida. Pues más o menos eso es lo que hacemos con nuestro “embalse”, el acuífero de los Arenales.
Se puede y se debe intentar evitar esto mediante el control efectivo de los productos nitrogenados arrojados por los campos, el control y la limitación de las extracciones y por último, la recarga del acuífero, es decir que vaya aumentando el nivel de la capa freática.
El acuífero se puede recargar de varias formas. Una de ellas es a través de las precipitaciones, por el agua que se infiltra hacia el subsuelo. Para ello juegan un papel importantísimo las superficies arboladas, pero esto, si les parece, lo dejamos para otra ocasión, pues dada su importancia, merece un comentario mucho más extenso.
Otra forma es a través de los cauces de los ríos. Por ello los cauces regulados son un flujo constante de agua hacia el acuífero a través de las infiltraciones que se producen por los lechos arenosos de nuestros ríos, especialmente Adaja y en menor medida Arevalillo, Voltoya, Zapardiel o Trabancos.
El Adaja, al estar regulado desde la presa de las Cogotas, filtra agua al acuífero durante todo el año, pero de forma insuficiente porque el equilibrio hídrico es negativo. Es decir, el río introduce al acuífero una cantidad mucho menor que la que nosotros sacamos.
Pero ¿Y el Arevalillo? Si este río pudiera tener una cantidad de agua constante por su cauce, lo que se denomina un caudal ecológico, la recarga del acuífero se multiplicaría por dos.
Como todos sabemos el canal del regadío de las Cogotas en su camino hacia la balsa de Nava de Arévalo, atraviesa el río Arevalillo. Pues bien, desde esta balsa se podría regular un caudal ecológico permanente para el río Arevalillo. Con esta medida saldríamos ganando todos, pues el acuífero se vería sensiblemente beneficiado y la vida en su conjunto ganaría en calidad y en cantidad, pues las riberas se poblarían enseguida de plantas y animales, lo que haría que la biodiversidad de este río y de la comarca aumentase significativamente ¿Para que irnos pues a Marte y gastarnos una millonada de dinero en intentar generar vida pudiéndola mejorar aquí?
No es por alarmar, pero para prevenir hay que ponerse en la peor de las situaciones ¿Qué haríamos en el caso de que una gran sequía acabe con las reservas del embalse de las Cogotas, y con el acuífero contaminado tal y como está?
Seamos inteligentes, pidamos a la Confederación Hidrográfica del Duero que recargue el acuífero desde el río Arevalillo, proporcionándole un caudal ecológico.
En Arévalo, a seis de agosto de 2009
Luis José Martín García-Sancho.
VISITA RECOMENDADA:
Para comparar la diferencia en biodiversidad recomiendo dos paseos:
- Paseo por la isla y la ribera del Adaja.
- Paseo por la ribera del Arevalillo desde el puente de los Lobos hasta el de los Barros.
Comparar la diversidad de árboles, arbustos, aves… de un sitio y otro.
- Paseo por la isla y la ribera del Adaja.
- Paseo por la ribera del Arevalillo desde el puente de los Lobos hasta el de los Barros.
Comparar la diversidad de árboles, arbustos, aves… de un sitio y otro.
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