San Antonio Abad
San Antón. Horcajo de las Torres. Tierra de Arévalo. |
Al final casi de su existencia se acercó a visitar a Pablo el Ermitaño que era un famoso decano de los anacoretas de Tebaida.
Según la leyenda, a Pablo le alimentaba cada día un cuervo que le suministraba un pan, pero cuando llegó Antonio, el cuervo les suministró dos panes en lugar de uno. Cuando Pablo el Ermitaño murió, Antonio le enterró con la ayuda de dos leones.
Se cuenta también (siempre en el campo de la leyenda) que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. El Santo curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Con el tiempo la costumbre de las gentes cambiaron la jabalina por un cerdo y es así como suele representársele. Otras fuentes dicen que la jabalina era el demonio, con intención de tentarle y que Antonio supo domesticarle.
Las reliquias de Antonio fueron llevadas a mediados del siglo XI al Delfinado (antigua provincia fronteriza al sureste de Francia), a una abadía que años después se hizo célebre bajo el nombre de Saint-Antoine-en-Viennois. La devoción por este santo llegó también a tierras valencianas, difundida por el obispo de Tortosa a principios del siglo XIV.
Se representa a San Antonio abad como un anciano con el hábito de la orden y con un cerdo a sus pies. Muchos artistas han tomado este tema para sus obras. Uno de los más conocidos es El Bosco que pintó el célebre cuadro “Las tentaciones de San Antonio”.
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