Nuestras comarcas no tienen que envidiar a otras en cuanto a personajes de importancia de primer orden. Aquí han nacido, han vivido y por ellas, también, han pasado reyes y reinas, importantes religiosos, egregios escritores y poetas. Pero hoy vamos a hablar de un personaje que aún no siendo de los más importantes, de esos de mucho renombre y autores grandes obras, sí llego a ser muy conocido no sólo en toda nuestra comarca, también lo fue, y mucho, fuera de ella. En muchos lugares de nuestro país han oído hablar de este personaje y a través de él, de Arévalo y su Tierra. Nos referimos a Marolo, sí, habéis leído bien, Marolo que no Manolo, Marolo Perotas Muriel. Este popularísimo personaje tuvo a bien nacer en Arévalo un 23 de abril de 1896. El día en que en Castilla y León conmemoramos por un lado la fiesta del libro y por otro, que diría él mismo: “ la fiesta con la que celebramos que tal día del 1521 las tropas comuneras fueron derrotadas por el ejército imperial de Carlos ...
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“Perpetró una boutade digna de Dalí cuando le pidieron que glosara por escrito los encantos de aquella ciudad que como aspirante a diplomático encarnaba sus ideales. Mientras los otros opositores cantaban las excelencias de París, los parques de Londres, las ruinas de Roma o los palacios de Viena, él redactó una impecable composición dedicada al pueblo de Arévalo”.
“Ya desde la infancia esa pequeña localidad de la provincia de Avila se contaba entre sus lugares más queridos. Recordaba a menudo sus escaparates iluminados, y las tiendas de antigüedades que tanto agradaban a su madre. También le fascinaba el castillo, la Plaza de la Villa, las ermitas, las iglesias. Arévalo era rico en arte mudéjar y aún parecía flotar en sus calles el alma de los antiguos moradores musulmanes. Jaime había descubierto además sus delicias culinarias: el cochinillo, el cocido, las legumbres de la Moraña, los quesos, las tortas las mantecadas. ¡Arévalo!. “¿Existía un destino mejor?”. Quizá no para un espíritu como el suyo. Pero las autoridades académicas interpretaron aquel canto como un insulto y lo suspendieron”.
Todo ésto es lo Jaime Gil de Biedma amaba de Arévalo, como muy bien recoge del libro de Dalmau el colaborador de "La Llanura" José Félix Sobrino en el nº 32 de la revista.
Desde Estación de Encuentro Jaime Gil de Biedma y la Nava, queremos agradeceros el interés que siempre habéis mostrado por la figura de nuestro querido poeta.
Os recuerdo que estaríamos encantados de vuestra visita a la exposición. Os esperamos. Un saludo. Clara