De conventos y abadías

De entre los conventos y abadías que existieron en el territorio de Madrigal, La Moraña y La Tierra de Arévalo, vamos hoy a hacer una pequeña reseña de los que siguen a continuación.

Restos del convento de San Francisco
San Francisco de la Observancia: Digno edificio de esta noble villa de Arévalo, fundado, según cuenta la leyenda, por el mismo San Francisco de Asís en el año mil doscientos ca­torce. Llegó a ser este convento, archivo y depósito de la nobleza de la noble villa de Arévalo y cuentan que apenas había casa en ella que no tuviera allí capi­lla o entierro
Le reedifi­có el rey don Juan II, y fue convento real. En él estudió el obis­po Tostado, y tuvo Cortes y capítulo general de la Religión el rey don Enrique IV.  Sus losas entre otras sepulturas de hidalgos Arevalenses, cu­brieron los restos del infante Rey Alonso (hermano de Isabel la Católica), los de su Madre la Reina Isabel, viuda de don Juan II, hasta su traslación a la Cartuja de Miraflores, y los del Corregidor, Licenciado don Antonio Pérez Rubín de Celis, fallecido en la Villa en 1739.
El recinto tenía estanque y una gran huerta. En él se hospedaron, más tarde, multitud de jefes y soldados del ejército francés, que dejaron el edificio medio arruinado. Hoy quedan algunos informes restos que ni por asomo muestran la magnificencia que debió llegar a tener este lugar.

Restos de Los Trinitarios
La Santísima Trinidad: Situado a orillas del Arevalillo, en la calzada real de Ávila, fue un convento suntuoso y rico, cuyo patronazgo dotó en el año 1545 Francisco de Tapia, caballero de la villa de Arévalo. Ilustraba este convento la imagen de Nuestra Señora de las Angustias, que estaba colocada en una capilla en el cuerpo de la Iglesia. Esta casa tuvo el privilegio de acoger como postulante y novicio a Fray Juan Gil, libertador de Miguel de Cervantes Saavedra.
Hoy sólo nos queda del edificio de los Trinitarios una pobre e informe torre y algunos paredones en avanzada ruina.

Convento de Franciscanos Descalzos: con título de San Lázaro el Real, dotado de patronazgo por habérselo dado el rey Felipe II. Estaba situado en la calzada Real de Madrid y a orillas del Adaja. Tenía claustros, jardines, huerta y en esta hubo una capilla fundada por el Duque de Lerma. Del recinto no queda nada más que un arco y el recuerdo.

Antiguo colegio de la Compañía de Jesús
El de la compañía de Jesús: Ya hemos hablado en otras ocasiones del que fue colegio de la Compañía de Jesús fundado hacia 1591 gracias al legado dejado por el caballero Hernan Tello de Guzmán y de su esposa doña María Tello de Deza, y en el que, desde 1595 y hasta finales de marzo de 1767, se impartieron clases de gramática y latinidad.

Santa María la Real: Convento de Monjas de la Orden del señor San Bernardo. Su fundación es tan antigua que apenas si hay memoria de ella, según nos relata Ossorio Altamirano, y lo fue en un principio en unos lugarejos, un cuarto de legua de esta Villa, que se llaman Gómez y Román, que tomaron el nombre de sus fundadores, sobre las ruinas de un convento que poseían los Templarios allá por el siglo VII y que floreció esplen­doroso en la época de los godos. En 1524 el alcalde Ronquillo pidió al emperador Carlos V permiso para el traslado de las monjas bernardas desde La Lugareja al Palacio Real, en el cual estuvieron hasta el año 1973. En ese mismo año el edificio, antiguo Palacio Real en el que vivieron en otro tiempo personajes de la talla de Isabel la Católica o Ignacio de Loyola, fue derribado en su totalidad.

Convento de la Encarnación: Convento de religiosas de la orden de Santa clara. La infanta Doña Juana de Portugal, madre de la Beltraneja, vivió en Arévalo durante mucho tiempo, retirada en un palacio que labró cerca del convento de San Francisco, en el entonces conocido como Campo Santo.  Por causa de muchas discusiones que hubo en el reino, la infanta se vio obligada a abandonar esta villa dejando el palacio a algunas de sus damas, no sin antes encargarlas que viviesen en él con perpetuo retiro, vistiesen el hábito de la Orden de San Francisco y se ejercitasen en la hospitalidad de mujeres enfermas y necesitadas que hubiese en esta noble villa. De este lugar no nos queda hoy ningún vestigio.

Santa Isabel de las Montalvas: Este convento tuvo su principio en 1441 y su nombre viene de que unas nobles señoras de apellido Montalvo, naturales de Arévalo, vistieron el hábito de San Francisco y se retiraron a la vida monástica, comprando un sitio en el Campo Santo y construyendo un convento para ejercitarse en la continua oración. Y tenían una que nombraban ministra o abadesa y no salían de casa salvo a los Oficios Divinos, a los que iban de dos en dos al convento de San Francisco de la Observancia que estaba junto al suyo, dado que por aquel tiempo el de ellas no tenía iglesia. Sólo queda, actualmente, la portada de este convento.

Claustro de Extramuros en Madrigal
Convento Extramuros de Madrigal de las Altas Torres: Fuera del recinto amurallado de Madrigal se levantó el beaterio que en 1335 fundó María Díez, el que en 1438 se convierte en convento de agustinas de Santa María de Gracia. Trasladadas las agustinas en 1425 a las Casas que fueron de Juan II (el Palacio donde en 1451 nace Isabel la Católica), ceden el viejo solar a los frailes que en 1528 se instalan allí. Entre 1578 y 1589, Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo y cardenal comienza a levantar un amplio y nuevo convento. Era un gran rectángulo en el que destacaban una iglesia con capillas a los lados, presbiterio apenas marcado, y una fachada con dos esbeltas torres y una hornacina con buena estatua de San Agustín, así como un escudo de la orden. Por sus dimensiones y estilo fue conocido como “El Escorial de Castilla”. Aquí muere, en el verano de 1591, Fray Luis de León. De este edificio grandioso que fue Casa Capitular de Castilla y acogió cátedras de Cánones, Filosofía, Humanidades, Leyes y Teología, sólo quedan unos informes montones de ladrillo y algún muro de más porte, más los restos de un magnífico claustro en su interior

Convento de San Pablo de la Moraleja
Convento de San Pablo de la Moraleja: Situado a una legua de Arévalo, y en la provincia de Valladolid, fue uno de los de mayor estimación y veneración de su provincia. El día del Arcángel San Miguel se hacía una importante feria en el lugar, no sólo de mercancías espirituales, sino también de las cosas necesarias para la vida humana.  En la actualidad quedan algunos restos de aquel convento muros entre los que puede apreciarse la torre y el ábside de la primitiva iglesia mudéjar.

Convento de Santa Clara de Asís en Rapariegos (Segovia): Su fundación está fechada hacia el año 1270 gracias a la generosidad de don Domingo Egidio y doña María Verdugo, ambos vecinos de Arévalo y la tradición asegura que las primeras religiosas que le habitaron fueron dos compañeras de santa Clara de Asís. La historia ha dejado un sabor agridulce en la supervivencia de este convento, pues ha sufrido a lo largo del tiempo numerosos hechos tales como el terrible incendio de 1750 que redujo todo a cenizas exceptuando la iglesia, los coros y un dormitorio de 7 celdas. Su posterior reedificación a base de limosnas y aportaciones desinteresadas sufrió 5 años más tarde otro trágico incendio. El estado actual de su construcción parte de la reedificación del segundo incendio. Durante la guerra de la independencia tuvo saqueos importantes, finalmente la desamortización acabó por dejarla en la penuria más absoluta. Desde este convento de Rapariegos se iniciaron un buen número de otras fundaciones por las provincias de Segovia y Valladolid.

Nuestra Señora de los Ángeles en Tiñosillos
Convento de Nuestra Señora de los Ángeles en Tiñosillos: Siguiendo por el camino del cementerio de esta localidad, llegamos a unas ruinas que revelan que allí hubo en otro tiempo una gran edificación. No quedan hoy más que algunas paredes de adobe, montones de escombros y parte de una iglesia ruinosa que conserva, de milagro, la espadaña. Este convento se inauguró un 4 de enero de 1885 y fue de religiosas benedictinas de la renovada orden de la Trapa.

Hermosos edificios, retazos de nuestra historia. Algunos de ellos han desaparecido por completo, de otros no nos quedan más que pobres ruinas que poco dicen de la dignidad que en otros tiempos atesoraron. Claro ejemplo del enorme patrimonio histórico artístico que hemos llegado a tener y que en ocasiones, por unas o por otras causas hemos perdido.
Lección de historia
Radio Adaja - 16 de febrero de 2011

Comentarios

karmendep ha dicho que…
Estoy descubriendo muchos monasterioss en ruinas gracias a vosotros, que he visitado en gran medida y que he incluido en mi web de patrimanio invisible de castilla y león. Si no deseais aparececer en ella, os ruego que me lo comentéis.
Muchas gracias
vcarmen de pablos
karmendep@gmail.com

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