Don Hilario

Don Hilario fue un abogado rural sin toga ni carrera. Con un Código Civil y un botijo convenientemente estibados en las albardas de su borrico, recorría todo el partido judicial de pleito en pleito. Don Hilario anotaba con minuciosa letra de pendolista en cada margen de los libros una didáctica glosa sobre el asunto en cuestión. A veces se permitía pequeñas licencias de librepensador. Así, junto al epígrafe sobre la nacionalidad, escribió: “Venenosa palabrita, origen de tantos odios”. Don Hilario pasaba consulta junto a la chimenea, con una manta sobre la piernas y “pocos, pero doctos libros juntos”, y los lugareños iban a verle con la sobrecogida unción de quienes acuden a un oráculo. Don Hilario era mi bisabuelo y a veces, cuando me quedo solo en el despacho, me habla desde su daguerrotipo. Creo que -viendo lo que ve- está muy contento de haberse muerto.


José Félix Sobrino García
Madrid

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