Segundo Bragado

Segundo Bragado

Javier S. Sánchez

 Anochece Arévalo cuando madruga la poesía de Segundo, esa poesía “niña” que se ofrece en “Gotas de lluvia” como un llanto fresco que despierta al primer poeta que fue y que nunca dejó de ser. Uno tras otro, dejamos que fluyan sus versos limpios en nuestras entrañas, con verdadero cariño y complicidad.

 

“Así, poquito a poco,

al igual que el antiguo labriego

empuñaba la mancera de su arado,

y con la vista puesta en el horizonte

trazaba la besana,

así quiero yo trazar sobre tu tierra

mis primeros versos”.

             Poesía natural, de naturaleza, que se encumbra sobre el llano mostrando la horizontal del trigo y la vertical del místico que ha bebido la esencia de la propia tierra para convertirse en el “poeta mesetario”. En sus noches de infancia bebió en las fértiles fuentes de la poesía tan humilde como profunda: Machado, Bécquer, Juan Ramón, Tagore… Y, ¡cómo no!, Don Nicasio.

            Y va a ser, precisamente en el Arroyo de la Mora, junto al Adaja, donde surjan aquellas primeras palabras necesarias del poeta adolescente, ávido de narrar, de emerger sobre sí mismo, de otorgar vuelo a su presencia. No para hacer libres sus versos, sino “para hacerlos presos”, como dice, del lector que los prende en su alma hasta que, otra vez, retomen su viaje.

             Nos recuerda Segundo “la importancia, la fuerza de la palabra”, ese verbo que tomó de sus maestros y que le acompaña en sus paseos en soledad. Y cuando vuelve a la escuela advierte el olor a tiza y a libro viejo, a tinta derramada con tal precisión que ha dejado en los cuadernos el recuerdo de su niñez, la ternura y la devoción por la palabra que hoy le sigue donde quiera que vaya. Y vienen a su memoria Manuel Sotillo y Luis López Prieto, quienes forjaron el armazón del futuro poeta.

 

“Con cariño palpé sus cuatro paredes,

con nostalgia, aspiré el ambiente

a tinta, libros y cuadernos de antaño”.

             Si “Gotas de lluvia” es la sencillez, la inocencia, “Con los pies en la tierra” se desvela como poesía firme, de madurez. Y el poeta se encuentra con el mar, que no es sino una prolongación de esta interminable meseta donde navegan numerosas aldeas con la vela desplegada de sus iglesias y la mirada hacia oriente en busca de nuevas tierras que pisar.

            El autor deja de ser poeta para ser cronista, sin escapar al romanticismo eterno. Siempre auténtico, preciso, sincero; al punto de que, al igual que ocurre con Hernández Luquero o Julio Escobar, es necesario para entender Arévalo, su paisaje y su paisanaje. Desde niño ha soñado y “sigo soñando por no despertar”. Jamás ha renunciado a su libertad, más cuando tan necesaria es la crítica social. Sabe que la verdad está en lo cotidiano, en el incesante diálogo con la naturaleza de sol a sol hasta que el alcaraván le cita con su eterna salmodia: “a dormir, a dormir…”

El día 25 de junio, Segundo Bragado presenta “Crónicas y perfiles arevalenses”, un texto tejido durante décadas con el propósito de salvaguardar nombres y palabras, la obra de aquellos arevalenses que nos han precedido y han custodiado la esencia de esta ciudad. Poetas, narradores, pintores, artistas de calle y plaza, y también escenas costumbristas que nos invitan a transitar surcos y cielos morañegos. De Arévalo a Medina del Campo, a Madrigal de las Altas Torres, a Fontiveros, a Pozaldez, a Ávila… Incansable embajador de la tierra de la reina Isabel, Velázquez de Cuéllar, Ignacio de Loyola, Maruja Mallo, Eulogio Florentino Sanz, Emilio Romero y tantos otros. 

Segundo ha sido ese nexo de unión necesario entre aquellos personajes que habitan páginas en muchos libros y los incipientes poetas y relatores que se asoman, aún con timidez, al arco de Alcocer o al puente de Medina en busca de estos territorios que el maestro deja trazados en su verso, en su prosa y en sus murales.

Merecido homenaje el que recibirá en la Casa del Concejo un arevalense que se mantiene en el anonimato como uno más, sin ínfulas ni pretensiones, alejado de ceremonias y afectaciones.

“Crónicas y perfiles arevalenses” es el diario íntimo de una ciudad que se resiste al tiempo, que alberga el aliento de aquellos que la ensalzaron en la riqueza de su arte y su patrimonio, su gastronomía y sus costumbres, su credo y su humanidad, su paisaje y su paisanaje.

 

A DON SEGUNDO BRAGADO

De la fuente del tiempo donde mana

el silencio más puro que se labra

en lo hondo del alma, la palabra

simiente de esta tierra castellana,

 

bebiste el verso limpio. Juglar,

si el lienzo azul tu voz inspira,

como pintor de versos son tu lira

el trigo y la mañana de este mar.

 

A Don Quijote seguiste en su locura,

a Sancho alcanzas en sabiduría,

del Olimpo tu obra tiene el fuego.

 

La poesía en tus manos es pintura,

la pintura en tus manos, poesía.

¡Alcaraván del llano morañego! 

(Javier S. Sánchez)


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