Traza de muralla

Fig. 1. Traza para la calzada
del molino “Entrepuentes” 
de Arévalo (Ávila)
Francisco Cillero. 1647.
AHPAv, protocolo 2598, f.302.

Nos referíamos ya el mes pasado, en la sección de breves de "La Llanura", revista de Cultura y Patrimonio, a un nuevo trabajo dedicado al arquitecto Francisco Cillero y elaborado por Raimundo Moreno Blanco y Jesús Gascón Bernal.
El artículo incorpora, y así lo decíamos, dos interesantísimas imágenes del citado arquitecto. Una de ellas es un plano de alzado de una de las fachadas del exconvento de Franciscanos en Arévalo; la otra es un precioso planito en el que se representan de forma gráfica los puentes de Medina y de los Barros, además de un molino harinero, al que Cillero denomina “molino de Entrepuentes”. Ambos planos se encuentran en el Archivo Histórico Provincial de Ávila, y son, seguramente, de los más antiguos que se hayan encontrado hasta ahora de nuestra Ciudad.
El plano de los puentes y el molino, del que adjuntamos un fragmento (fig.1), incorpora en su borde izquierdo el trazado de la muralla occidental de Arévalo. En él, además, podemos leer “las cuestas”. “murallas”, “Puente de Entremolinos” y otras leyendas referidas al propio molino y al puente de Medina, este representado en alzado.
Si consideramos que Francisco Cillero dibuja lo que ve, algo de lo que no tenemos por qué dudar, además de dejar constancia gráfica de la existencia en esa fecha (1647) de los puentes y del molino, objeto primordial de plano, y del que aún quedan algunos restos, hace reseña de la traza de la muralla tal y como debía ser en aquel momento. Nos muestra una muralla perfectamente alineada, sin quiebros ni quebrantos. Siempre hemos pensado que estas obras, de carácter público, y a las que aportaba cada uno su parte contributiva correspondiente, la villa, el arrabal, los tercios o sexmos, en su caso, debían atenerse a unos principios fundamentales de facilidad y también de economía. Más en el caso de Arévalo en que, la especial orografía que conforman los ríos, permite disponer de una barrera preventiva fácil, tanto para la defensa ante hipotéticos ataques como desde el punto de vista del control fiscal, es decir, con el fin de  obligar a que la entrada de productos para la venta pagaran previamente los tributos correspondientes. Los principios de facilidad y economía exigen, casi sin dejar lugar a dudas, que en nuestro caso, la muralla meridional de Arévalo discurriera de forma casi rectilínea entre el “Rincon del Diablo” y su encuentro con el lienzo norte, lienzo frontal del que forma parte el mismo Castillo.
Cortesía Luis J. Martín García-Sancho
Las propuestas tanto del Plan Director de la Muralla de Arévalo como de los documentos antecedentes en que ese Plan Director quiere apoyarse, y también los consecuentes, carecen, desde nuestro punto de vista, de sustento cuando en ellos se afirma que la muralla forma, junto al puente de Medina, una especie de embudo que remata en una pretendida torre portazgo que daba entrada por esta parte a la  antigua villa. En el dibujo de Francisco Cillero no aparecen ni los quiebros ni la anhelada torre-puerta.
Abundando en estos hechos, hace algunos años, aparecieron unos restos junto a la curva de la calzada de Medina, que sin duda son restos de ese lienzo oeste de la muralla medieval. Aquellos, que una vez analizados se taparon, se han vuelto a descubrir y hoy están a la vista. Pues bien, ese fragmento de muralla se alinea, de forma casi perfecta, con el testigo que se dejó en la reconstrucción que se hizo de la muralla de San Miguel a finales de los años 60 del pasado siglo XX. Esto corrobora, desde nuestro punto de vista, que al menos en este lienzo, la traza de muralla más precisa es la propuesta por el arquitecto Luis Cervera Vera en su libro sobre Arévalo.

Juan C. López
La Llanura número 117
(Febrero de 2019)

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