Los argumentos en contra

Parque Gómez Pamo
Colección Agustín Garcia Vegas, "Chispa"
Archivo Fotográfico de "La Alhóndiga"
Podríamos entrar ahora a considerar todos los argumentos en contra del adoquinado del Parque Gómez Pamo. Podríamos exponer los problemas que se les genera a los árboles por tapar su sistema radicular, parcial o totalmente, con pavimentos de hormigón. Podríamos también explicar las posibles plagas que se pueden generar en parques pavimentados indicando las causas de las mismas. Pero no, no vamos a entrar en eso. El tiempo nos dará o nos quitará razones. Aunque pudiera ser que para cuando eso ocurra los responsables del daño ya no estén.
Vamos a centrarnos en un solo hecho: El Parque Gómez Pamo, aunque a algunos les importe muy poco o nada, forma parte del conjunto de elementos del Patrimonio histórico natural y cultural de todos los arevalenses.
El "Paseo" tiene una historia que nos lleva mucho más lejos de los 150 años en que, el entonces alcalde don Nicasio Varadé Sisí, se planteó recuperar el espacio que había sido arrasado por los soldados franceses durante los años de la invasión napoleónica. Más allá de la historia el lugar tiene hermosas reminiscencias legendarias que se remontan a los tiempos de la Reconquista.

En 1928 dos arevalenses ilustres nos dejan, a través de sus escritos, demoledoras afirmaciones que hoy, 88 años después, tienen una vigencia que sobrecoge.
Juan José de Montalvo en su libro “De la historia de Arévalo y sus sexmos” nos muestra, en sus primeras páginas, una fotografía de la desaparecida torre de San Juan. Era una de las tres puertas que desde el Sur daban acceso a la villa intramuros y que, según cuenta otro ilustre arevalense, Marolo Perotas, “derribóse el siglo pasado (en torno al año 1858) por orden de Isabel II para dar paso a su espléndida carroza, cuando fue a Galicia en busca de una nodriza que amamantara a su hijo Alfonso XII”.
Parque Gómez Pamo
Colección Luis José Martín García-Sancho
Archivo Fotográfico de "La Alhóndiga"
Montalvo anota en el pie de la fotografía que se trata de un “Precioso torreón de la muralla Sur, víctima de la ignorancia”.
En ese mismo año, 1928, Julio Escobar, una de las plumas más preclaras que ha tenido nuestra Ciudad, escribe en "La Llanura" número 55 del 12 de agosto un demoledor artículo titulado “Del Arévalo muerto”. En él repasa algunos de los elementos del Patrimonio Histórico arevalense que entonces ya habían desaparecido, fruto de la ignorancia y la barbarie y, entre otras muchas reflexiones, nos deja éstas: “… y al Ayuntamiento de aquel entonces no se le ocurrió otra cosa que echar abajo bellezas artísticas y sagrados recuerdos del pretérito. Lo que extraña y llena de asombro, es cómo el pueblo no se estremeció al reducir a escombros sus cimientos fundamentales”. Pocos meses después de que Escobar escribiera esto se tiró abajo la espadaña de la antigua iglesia del colegio de los jesuitas.
1976 fue el año en que el palacio (las Casas Reales), el Convento del Real, fue derribado. Puede que algunas voces opinaran en contra. Tal vez, igual que ahora, se escucharan clamorosos silencios, y, en general, puede ser, que ocurriera como ocurre hoy con respecto al asunto del Parque Gómez Pamo, que tal vez fuera algo anecdótico. Y quizá alguien recuerde si a los que alzaron su voz contra aquella barbaridad, suponemos que algunos habría, también les intentaran hacer callar, argumentando razones tan "indiscutibles y de de tanto peso" como la tan socorrida: “Pues va a quedar bien bonito”.
Ha habido otros desastres, otros atentados al catálogo de monumentos de nuestra Ciudad. Ahora le toca al Parque Gómez Pamo. Y seguramente, si esto sigue así, habrá otros. 

Parque Gómez Pamo
Colección Teresa Pascual del Río
Archivo Fotográfico de "La Alhóndiga"
Por nuestra parte, agradecer a todos esos arevalenses que, con sus firmas, comentarios, ideas y propuestas, han intentado parar esta aberración irracional que atenta contra la propia esencia del Paseo. Ha sido un número muy importante de personas que demuestran que en Arévalo, hoy, hay gente que se preocupa por el Patrimonio histórico, cultural y natural y no comparten las actuaciones que, de forma sistemática, están degradando de manera muy grave los elementos que componen ese Patrimonio en general y el Paseo, "los Paseos", en particular.


Nos queda, sí, lamentar la actitud cerril e intransigente del señor alcalde de Arévalo, propia de cacique de pueblo, que haciendo caso omiso de las peticiones, sugerencias y propuestas de un buen número de arevalenses para que se preservara la esencia histórica de nuestro Parque Gómez Pamo, ha optado por una huida hacia adelante que lleva a este espacio que cumple ahora 150 años, a que pierda totalmente su carácter romántico poniendo en peligro la propia existencia del mismo con sus brutales y sistemáticas acciones de podar, cortar, talar y arrancar de forma incoherente las especies que en él sobreviven pese a la agresividad, abandono y dejadez a que se les ha sometido.
(continuará)

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