Y entraré por este tejadillo o pórtico a tierra adentro de Ávila, comenzando por Arévalo, que desde antiguo ha sido un pueblo grandecito; y un historiador barroco del pueblo, buscando estos blasones y progenies antiguas y orientales, se acordó hasta de los caldeos a propósito de la antigua iglesia cisterciense de La Lugareja, que digamos que es uno de los dos polos artísticos e históricos de la población, siendo el otro la Plaza de la Villa. Arévalo tiene también un castillo donde estuvo encerrada doña Blanca, y sus historias de caballería medieval en torno suyo; y una vez destruido aquél, ya en tiempos modernos, fue destinado a cementerio e inspiró por cierto el poema unamuniano A un cementerio castellano , que es hermosísimo. Y, en su vecindad, en el barrio de la desaparecida iglesia de San Pedro, y en la cercanía también de la Plaza de la Villa, vivió de niño Juan de Yepes. La Lugareja fue una fundación de caballeros franceses para monjas cistercienses, pero sus alarifes y albañil...