La ermita del Santo Cristo de la Moralejilla


Permitidme compartir, siquiera un momento, una experiencia vivida hoy y de la que hace tiempo deseaba disfrutar.
Este sábado había pensado acompañar a nuestro común amigo Juan José Alonso. No sé si ayer visteis que, en su muro de Facebook, nos invitaba a ir con él por las “Riberas del Voltoya”. Tenía que hacer, decía, un reportaje fotográfico entre el embalse del Voltoya y el puente del antiguo molino ya en el término de Martín Muñoz de las Posadas.
Pensé levantarme hoy temprano y marchar hasta Juarros para acompañarle. Sonó el despertador y al abrit la persiana de mi habitación vi que estaba lloviendo. Me volví a la cama. 

Por otra parte me habían invitado, también hoy, a acercarme sobre la una y media de la tarde a Rapariegos, a la ermita del Cristo de la Moralejilla. Los cofrades tenían una serie de actos en la ermita e iba a estar abierta. Hace tiempo que tenía pendiente esta visita. Ya sabéis que en algún momento intentamos organizar una excursión a Rapariegos a visitar su iglesia y esta excepcional ermita. Por alguna razón la visita no salió adelante.

A la una y diez, sin pensarlo más, he cogido los bártulos de fotografiar y me he puesto en camino. A la una y media en punto estaba aparcando en las cercanías de la ermita. Había bastantes coches y, por el run-run que salía del edificio que hay al lado y en el que los cofrades tenían su reunión, debía haber un buen número de estos.

La puerta oeste estaba abierta y, por fin, después de haber esperado más tiempo del que me hubiera gustado, he traspasado el umbral y he entrado en la ermita del Santo Cristo de la Moralejilla.

Mágico. Es un lugar verdaderamente mágico. La sensación al entrar en esta Basílica es de enorme sorpresa. Se unen en un mismo espacio y de forma aparentemente inarmónica, el románico estricto con el mudéjar en todo su esplendor.

En nuestro blog sobre La Tierra de  Arévalo ponemos esta reseña:La ermita del Santo Cristo de Moralejilla, a poca distancia del caserío, es acaso una de las más antiguas edificaciones de la Tierra de Arévalo.
Según Cándido M. Ajo, una antigua tradición la supone asentamiento de los Templarios, teoría confirmada por la existencia documentada de propiedades y topónimos antiguos de aquella orden en su entorno. El primitivo nombre de Santa Cruz se transformó después porque en este lugar estuvo en época medieval el despoblado de Moraleja; de ello, Moraleja de Santa Cruz y finalmente de Moralejilla.
El edificio, verdadera joya del románico y del mudéjar, es de planta basilical de tres naves y se pueden apreciar tres momentos de edificación, siendo el más antiguo el lienzo norte, acaso resto de una atalaya del s. IX.
Es inmediatamente después de la reconquista cuando se construyen sus tres ábsides y transepto de un primitivo estilo románico del s. XI, en piedra de sillería caliza. Los ábsides, con ventanas abiertas posteriormente en lugar de las primitivas aspilleras, los laterales son lisos y el central tiene una imposta y dos columnitas lisas con capiteles historiados, hasta la cornisa de ménsulas con modillones de canecillos estriados unos y cartelas lisas otros. Entre ellos hay rosetas esculpidas de dibujos variados. Los laterales perdieron su cornisa.
El resto de los muros son mudéjares de mampostería con hileras de ladrillos. En el hastial hay una portada hoy cegada, con arcos de medio punto en archivoltas y enmarcada en alfiz. Por encima un óculo que hoy es ventana. En el muro sur está la portada principal, enmarcada en alfiz con archivolta de arcos apuntados y faceta de esquinillas. Sobre el muro, una espadaña más moderna con aletas.
Por las influencias del mozárabe en su arquitectura y detalles ornamentales, cabría la posibilidad de que las naves fueran anteriores a los ábsides y transepto, del s. X, por tanto uno de los edificios más antiguos de la zona.
Su interior, con clara diferencia de lo románico y lo mudéjar, tiene los ábsides con el eje desviado del de las naves y el tramo recto, a modo de crucero. Los arcos de ladrillo, con frisos de esquinillas, se entremezclan con la caliza de sillería de la cabecera. Es muy original su espacio interior, sus luces y sombras.”
Es preciso que cuanto antes podamos organizar una excursión para que todos podáis visitar esta maravillosa pieza románica y mudéjar que tenemos a solo diez kilómetros de Arévalo.  
Juan C. López

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