Humedales
Un humedal es un terreno plano, ligeramente
deprimido, que suele inundarse total o parcialmente, bien sea por el agua
procedente de los afloramientos del acuífero o por el de las precipitaciones.
En
La Tierra de Arévalo estos humedales son de carácter estacional: Sólo se
inundan en periodos lluviosos, secándose durante el verano o en épocas de
prolongada sequía. Son varios los nombres utilizados para designarlos: laguna,
zona húmeda, lavajo, charca, bodón... dependiendo de su extensión o profundidad.
Otros nombres o topónimos que también suelen estar relacionados con la
presencia de agua superficial son: Regajal, mullidar, fuente, caño, charco,
hoya, chorro... o sus derivados.
En
nuestra comarca los pocos humedales que tienen agua de forma permanente, es
como consecuencia de la intervención humana. Un buen ejemplo de ello son las
Charcas del Águila: Conjunto de nueve Charcas artificiales entre Maello y
Sanchidrián, creadas como graveras y que se encuentran por debajo de la capa
freática del río Voltoya y raramente se secan. El entorno de una de las dos
charcas que se encuentra en el término de Sanchidrián, concretamente la de La
Almarza, ha sido sensiblemente modificado al encontrarse dentro de un campo del
golf de reciente creación, por lo que ha perdido parte de su estado silvestre,
lo que ha influido negativamente en su fauna y flora.
Los
humedales de Ávila en general y de La Moraña en particular son hábitats
pequeños y, por tanto, muy sensibles a cualquier tipo de alteración:
- Durante las últimas décadas muchos de estos
pequeños humedales han ido desapareciendo fagocitados por las tierras de
cultivo circundantes o convertidas en vertederos en otros casos.
- Otras zonas húmedas han visto reducida su
capacidad de inundación y su extensión al haber sido drenadas durante las
concentraciones parcelarias.
- El aumento de regadíos en la comarca durante las
últimas décadas ha provocado un acusado descenso del nivel de la capa freática,
lo que ha producido la reducción tanto del acuífero superficial como del
profundo. Por ello muchas de las lagunas antaño encharcadas en periodos
lluviosos no son más que un recuerdo en los ancianos del lugar.
- En otros casos estas zonas húmedas se ven
contaminadas por productos agrarios peligrosos o por vertidos de aguas
residuales.
La
mayoría de los humedales de La Moraña carecen de protección legal. Sólo cuatro
de estas lagunas están reconocidas como tales e incluidas en catálogo de zonas
húmedas de interés especial, reconocimiento más formal que efectivo:
- Laguna de los Lavajares (entre Rágama y Horcajo de
las Torres): Un buen ejemplo de laguna esteparia de gran importancia ecológica
pero en lamentable estado de conservación.
- Laguna de San Antón: Laguna semiurbana de Adanero.
- Laguna del Hoyo, en el Oso, una de las más
importantes zonas húmedas de Ávila en la actualidad.
- Laguna Redonda, situada en San Juan de la
Encinilla, fue uno de los humedales más importantes de Ávila a mediados del
siglo pasado pero, en la actualidad, las
obras de acondicionamiento del río Villaflor, el drenaje abusivo al que ha sido
sometida y el estado del acuífero impiden que retenga el agua que antaño la
hizo merecedora de salir en uno de los programas del excelente naturalista y
comunicador Félix Rodríguez de la Fuente.
Pese
al reducido tamaño de la mayoría de nuestros humedales, estos son sus
principales valores:
- Son utilizados por muchas aves durante sus viajes migratorios como lugares de descanso o alimentación.
- Son utilizados por muchas aves durante sus viajes migratorios como lugares de descanso o alimentación.
- Son utilizados por la fauna acuática, tanto
sedentaria como invernante, para reproducirse, alimentarse, emparejarse o
refugiarse.
- Son utilizados tanto por la fauna esteparia como
bebedero, como por las aves rapaces como cazadero.
- Pese a ser un hábitat que sólo ocupa una
superficie cercana al 1% de la comarca, algo más del 50% de las especies de
aves han sido observadas en los sotos o humedales. Por lo tanto, poseen un
marcado carácter diversificador y enriquecedor de la fauna y flora local.
Las
Zonas Húmedas de La Moraña, a pesar de su valor, no están protegidas. Deberían
pertenecer a alguna Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), al menos,
los siguientes humedales:
- El conjunto de Charcas del Águila incluida la
charca de La Almarza y su entorno.
- El Conjunto de Zonas Húmedas de El Oso-Redonda que
también deberían incluir, al menos, otros seis pequeños humedales en un estado
lamentable y en serio peligro de desparecer: Lavajo de Ortigosa, laguna del
Egido, laguna del tesoro, lagunas de las saladas, lavajo de Esteban y laguna
del Hoyo de Cabizuela.
Todos los Humedales de la Moraña deberían estar catalogados como Zonas Húmedas de Interés Especial para frenar su degradación y evitar su desaparición. Se debería hacer un proyecto que englobe a todas las zonas húmedas para intentar la recuperación de aquellas que se encuentren en un estado precario o, incluso, de las que hayan desaparecido del mapa. Sólo una actuación conjunta entre administración, municipios, agricultores, ganaderos y grupos ecologistas puede hacer que las láminas de agua vuelvan a brillar bajo la luz del amanecer como antaño.
Casi siempre valoramos más lo que
viene de fuera, aquello que quieren enseñarnos, aunque sean muy pocos los que
puedan disfrutar de ello. Gran error pensar que lo pequeño, lo humilde, carece
de valor por encontrarse cerca. He oído decir a gente que va de experta que los
pinares de la Tierra de Arévalo no son bosques, que las lagunas de La Moraña
están tocadas de muerte y que ya no se pueden considerar zonas húmedas. Lo
cierto es que a lo largo de mi vida he oído muchas tonterías.
Ojalá que los alegres reclamos de
patos, gansos y grullas se sigan escuchando tal y como los escucharon nuestros
antepasados. Espero que mis hijos puedan enseñar a sus hijos las bandadas de
aves migratorias acudiendo en perfecta formación a estos humedales, mientras
cae la tarde, con la luz mágica del ocaso, tal y como yo se lo enseñé a ellos.
En
Arévalo, otoño de 2012.
Por: Luis José Martín García-Sancho
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